Ficha Samurai Asesino (Samurai Assassin)


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Críticas de Samurai Asesino (Samurai Assassin) (1)




Mad Warrior

  • 1 Feb 2018

9



Ocurrió un 3 de Marzo, en el primer año de Manen. El ¨Día de la Contemplación del Melocotón¨ fue un día extraño. La nieve caía sin parar sobre Edo y tuvo lugar aquel incidente a las puertas de Sakurada.
Un hombre, sujetando bien alto su katana, clamó a viva voz: ¨¡Contemplad!, ¡esta es la hazaña del día! ¡La cabeza del tairo Ii en manos de un ronin de Bishu!¨. Ese hombre se llamaba Niiro Tsuruchiyo, y de ninguna manera pudo representar mejor el principio del fin de la era del samurái.

El sr. Kihachi Okamoto se encuentra en esa nómina de cineastas japoneses que, por A o por B, no alcanzaron el éxito ni llegaron a oídos de tantos como Akira Kurosawa, Masaki Kobayashi o Kenji Mizoguchi, y la verdad es que podría llevar todo un día el recitar esa lista. Sin embargo, hablamos de todo un artesano que supo acomodarse a los géneros más variados durante su longeva trayectoria cinematográfica, tales como el bélico, la comedia o el ¨thriller¨ de acción, destacando clásicos imperecederos como ¨La Era de los Asesinos¨, ¨El Emperador y el General¨ y ¨La Bala Humana¨, por citar unos pocos ejemplos.
Admirador del ¨western¨, también otorgó a sus films un toque occidental, pues según se cuenta decidió hacerse director de cine tras ver ¨La Diligencia¨. Sus obras de samuráis, y se puede afirmar sin problemas, no tenían nada que envidiar a las de sus compatriotas Hideo Gosha, Hiroshi Inagaki o los antes mencionados Kurosawa y Kobayashi. Esta ¨Samurai Assassin¨ es un buen ejemplo de ello.

Shinobu Hashimoto, colaborador habitual de Kurosawa, se basó en la novela de Jiromasa Gunji, a su vez inspirada en hechos reales, para concebir el argumento, que nos sitúa en un momento clave de la historia, justo antes de que la restauración Meiji alterara al país nipón, y nos narra la gran hazaña de Niiro, un ronin que sobrevive como bien puede, haciendo de guardaespaldas, de chantajista o de asesino, un ronin de tortuoso pasado, hijo bastardo de un noble del cual su madre, concubina de aquél, nunca le quiso revelar la identidad. Pero aún conserva la esperanza de llegar a convertirse en un gran samurái, de poseer tierra, riquezas, y lo más importante, una reputación.
Este anhelo coincide con el plan de las facciones de distintas provincias, Mito, Satsuma y Chosuu, de acabar con el daimyo Ii Naosuke, mano derecha del shogunato Tokugawa, pues su decisión de incorporar a un joven, influenciable y fácil de manipular, para gobernar en Edo como shogun es, como poco, indeseable. El futuro de Japón está en juego, aunque Niiro, que se ha aliado con el clan de Mito, contempla el asesinato de Naosuke no como una ocasión para salvar al país, sino para convertirse en un samurái de prestigio.

Es obvio que las comparaciones entre ¨Samurai Assassin¨ y su hermana ¨Yojimbo¨ son odiosas (y más por contar con Toshiro Mifune de protagonista), no obstante Okamoto, cual Mizoguchi, se centra en desnudar el alma del protagonista, mostrándolo ante nosotros no como un luchador legendario como tantas veces, sino como un ser humano. Y es que el personaje que aquí interpreta Mifune no tiene nada que ver con su Sanjuro; aquél era un mercenario resignado a su situación, moribundo pero despreocupado, no sabíamos de donde venía y poco importaba adonde iba, pero Niiro Tsuruchiyo desea ser alguien, prosperar, y además ahondamos en su pasado, en su gran tragedia familiar. Es decir, conocemos al hombre tras la espada, aunque más o menos sus ideas son semejantes a las del héroe de ¨Yojimbo¨: le importa tres pimientos la situación del país o qué gobernador viva o muera. El único porvenir que le preocupa es el suyo propio, y punto.
De este modo, el propósito de Okamoto coincide con las consecuencias del asesinato de Naosuke que nos son narradas en la propia historia: la completa desmitificación de esa icónica figura que fue el samurái, cuyo momento de gloria estaba próximo a acabarse. Además de eso, el director desata una demoledora crítica social, haciendo hincapié en la conciencia clasista y adornando de pesimismo y amargura la historia, donde somos testigos de grandes dilemas en los que se enfrentan el honor y la dignidad con la hipocresía y el cinismo, dilemas que constantemente asaltan al protagonista.

Okamoto sabe imprimirle el ritmo justo al film, en el que momentos de gran carga dramática son atravesados por estallidos de violencia donde tienen lugar unos impactantes combates, algunos de ellos bajo grandilocuentes efectos atmosféricos, como también le gustaba a Kurosawa. Los acontecimientos de esos hombres dispuestos a todo por figurar en la Historia nos son narrados del mismo modo que en las ¨Batallas sin Honor ni Humanidad¨ de Fukasaku: paso a paso y sin descuidar fechas ni detalles.
A todo esto hay que añadir el trabajo del director de fotografía Hiroshi Murai y las grandes actuaciones de Yunosuke Ito, Eijiro Tono, Michiyo Aratama, Matsumoto Koshiro y, por supuesto, ese Toshiro Mifune dejando patente, una vez más, el por qué es uno de los más míticos actores japoneses que han existido. Es una vergüenza que ¨Samurai Assassin¨ no sea tan conocida como otras obras del mismo género, porque, a mi parecer, debería constar entre las mejores películas de samuráis de la Historia del cine.

Su influencia ha llegado a directores como Yoji Yamada, Takeshi Kitano, Takashi Miike y, como no, Tarantino, además de ser una de las inspiraciones para el sr. George Lucas y su ¨Star Wars¨ (prestad atención a la trama de Niiro y su padre), junto a ¨La Fortaleza Escondida¨, de Kurosawa.



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