A pesar de que anteriormente ya se había retratado el personaje en la gran pantalla- en la cinta dirigida por M. Gordon e interpretada por J. Ferrer- en esta ocasión asistimos a un verdadero despliegue de grandiosidad artística, de finísima elaboración y de puesta en escena soberbia que a mi juicio, le coloca entre las grandes peliculas épicas de las ultimas décadas.
Basada en la tragicomedia en 5 actos de E. Rostand, drama de capa y espada cuya fama acabo sepultando a su autor, hay que aclarar que Cyrano fue real y existio en la Francia del siglo XVII, escritor de obras satíricas y libertinas, aunque no quedan evidencias de su buen arte con la espada y la poesía.
En la película, Cyrano, un espadachín gascon pendenciero, honesto, romántico, de gran poderío físico y mayor corazón, versado en las bondades de la poesía, y con una nariz superlativa, que como el dice, llega media hora antes que el, esta enamorado de su prima, Roxanne, pero ella no le corresponde. La aparición en escena de Christian, del que Roxanne se enamora, dara una oportunidad a Cyrano de demostrar su amor a través de aquel.
El mayor atractivo de esta película es que la totalidad de sus diálogos esta en verso (al igual que en la novela de Rostand); esto puede chocar a algunos, pero el efecto que provoca es delicioso, en ningún momento cansa su música y acompaña cual guante al discurrir de los acontecimientos.
El comienzo adelanta ya la factura de toda la cinta; la gente se apresta a acudir a una representación teatral en Paris, la descripción minuciosa de la escena nos hace sentir que estamos allí, en medio de la muchedumbre, participando del trajin de los preparativos y la excitación del estreno.
Cyrano tarda en aparecer, y sin embargo cuando lo hace, es como un torbellino que barrera la escena a través de su verbo afilado, sus alejandrinos impetuosos que no dejaran títere con cabeza. Esta escena que termina con la pelea en las afueras del teatro con el pomposo Valvert es antológica.
Hay que insistir en la dirección artística, cuidadísima, digna de una representación teatral, vestuario fabuloso, decorados acertados y un guion repleto de acción, que ofrece una recreación epica de las andanzas de Cyrano en pos de su sueño, que no es otro que conquistar a su prima.
Depardieu nos ofrece uno de sus mejores papeles dando vida a Cyrano, por el que fue nominado como mejor actor en el año 1990; tanto le gusto el papel que tiempo después de terminar, seguía luciendo el mismo aspecto que en la película. Su fogosidad, ímpetu, bonhomía y recursos hacen que nos encariñemos de el en seguida pues representa un modelo al que todos nos hubiera gustado parecernos en algún momento de nuestra vida, el de persona segura de sí misma, generosa con sus amigos, defensor de causas perdidas y poseedor de una pasión arrebatadora por la vida que disfruta hasta la extenuación.
Junto a el destacaría a J. Weber, actor de larga trayectoria, de una calidad excelsa, que da vida al detestable conde de Guiche, personaje necesario para dar color a la historia, como antagonista del heroe, que también luchara por el amor de Roxanna.
Hay escenas memorables que vale la pena recordar; entre ellas la de Cyrano debajo de un arbol expresando su amor a una Roxanna parapetada en un balcón creyendo que es Christian quien le habla y embelesada ante la profundidad de sus sentimientos; otra cuando interpelado por su gran amigo Lebret, Cyrano reflexiona en su escritorio sobre su situación en unos versos de gran profundidad y arrebato y por último, la larga escena final en el monasterio donde Roxanna se ha encerrado voluntariamente despues de la muerte de Christian, y recibe a su primo, ya herido de muerte, y descubre que es su corazón el que se consumía en llamas por su amor, el autor de las miles de cartas enardecidas donde expresaba todo aquello que su boca no había sido capaz de verbalizar.
Rodeado de sus amigos intimos, en un largo monologo plagado de oscuridad y bañado por la luz de una luna magnifica, Cyrano se despedirá reconociendo la futilidad de su lucha, la inquina y el desprecio de sus enemigos por haber sido fiel a sí mismo, el desdén de las mujeres aterradas por su ofensivo apéndice nasal y su soledad eterna, pero, al mismo tiempo, y desde su humildad, reconocerá su alto arte, elevara su espíritu hacia el olimpo de las letras, y mirara a las estrellas a donde, después de mil y una aventuras, se dirige para descansar finalmente.

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Esta película me deja con ganas de irme a escribir poesía, salir a la calle a gritar y vivir la vida bajo los ideales del honor y la honestidad. Me atrapa y sumerge (cada vez que la veo, no pocas) en una historia romántica, increíblemente bien contada, magistralmente actuada, perfectamente producida, etc. Para mi es una obra maestra, los diálogos me dejan helados, el final está entre las partes que más me emocionan de cualquier historia. El personaje es un ideal de vida, la historia de amor es para hacer llorar a una piedra. Sí, me quedo viendo los créditos, escuchando la excelente música y pensando que lo que acabo de ver es poesía, novela, arte y cine, me dan ganas de llorar de pura felicidad de estar vivo. Muy recomendada, en especial para los románticos y poetas.

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