Ficha Fitzcarraldo

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Críticas de Fitzcarraldo (3)




mahotsukai

  • 8 Nov 2017

8



Descabellada epopeya dirigida por Werner Herzog, probablemente la mejor película del director de “Aguirre, la ira de Dios” (1972) y “Cobra Verde” (1987), protagonizada una vez más por el legendario Klaus Kinski.

Brian S. Fitzgerald, mejor conocido como “Fitzcarraldo”, es un excéntrico irlandés amante de la ópera que se propone construir un teatro de ópera en el medio del Amazonas peruano. Para ello, emprenderá una increíble aventura para ingresar al negocio del caucho y así conseguir los fondos para concretar semejante locura.

Tras su elogiada versión de la obra teatral de George Büchner “Woyzeck” (1979), que supuso su tercera colaboración con Klaus Kinski, el documentalista y director alemán Werner Herzog se embarca en el que probablemente es su más ambicioso proyecto cinematográfico, basado en el histórico empresario peruano del caucho Carlos Fermín Fitzcarrald López (1862-1897), quien además fue explorador y descubridor accidental del istmo que lleva su nombre y que atravesó. Tras el descubrimiento de grandes bosques de caucho, en especial en los ríos Manú, Tahuamanu, Las Piedras y Los Amigos, y partiendo de Iquitos –la base estratégica de todo cauchero peruano– Fitzcarrald se propuso encontrar el varadero que comunicaba los ríos Tambo y Urubamba, ya que si bien se podía ingresar por el río Ucayali, la ruta se volvía muy peligrosa por los rápidos y los jíbaros residentes.

Los planes de Fitzcarrald contemplaban construir una carretera y un ferrocarril para unir las cuencas del Purús y el Ucayali, de unos 11 kilómetros, para transportar la materia prima del caucho, y compró el barco Contamana, que de acuerdo a los relatos, hizo atravesar el varadero (hoy Istmo de Fitzcarrald) con la ayuda de ingeniería primitiva y cientos de indígenas locales. Esta épica travesía se logró desmantelando el Contamana y transportando el casco por una cresta de unos 500 metros de altura, que duraría más dos meses, y que se logró con primitivos pero efectivos sistemas de polea, en donde participaron más de mil indígenas y otros 100 caucheros blancos.

Semejante historia, como era de esperarse, llamó profundamente la atención de Herzog, quien a la postre presentaría a su tercer personaje megalómano y rebelde, que recuerda evidentemente al loco soldado español que se embarca en la travesía de cruzar el Amazonas en busca de El Dorado, Lope de Aguirre (“Aguirre, la ira de Dios”, 1972) y al profeta demente que buscando descubrir las propiedades de una misteria joya, conduce a un pueblo completo a la histeria colectiva (“Corazón de Cristal”, 1976).

Claramente, a pesar de ser menos inescrupuloso y violento que Lope de Aguirre (“Aguirre, la ira de Dios”, 1972), Hias (“Corazón de Cristal”, 1976) y Francisco Manoel Da Silva (“Cobra Verde”, 1987), Brian Sweeney Fitzgerald es un megalómano delirante, que busca satisfacer su amor (y filia, podríamos decir) por la ópera y el legendario tenor italiano Enrico Caruso, a la par que quiere hacerse millonario explotando el caucho del Amazonas peruano, y parece que en su sueño nada ni nadie es lo suficientemente fuerte y/o complejo como para impedírselo.

De esta forma, en el personal estilo de narración de Herzog, que reúne de forma finalmente efectiva el documental y el cine, nuevamente el espectador se encontrará con una historia que narra los límites más extremos del ser humano, el particular enfrentamiento del hombre y la naturaleza, representados cada uno en su más elemental y salvaje esencia. Una verdadera epopeya que define la rebeldía y testadurez conducente al triunfo de la ambición humana por domar (a veces) a la naturaleza en un enclave geográfico imposible, hostil y depredador. Y en ello, la personalidad del personaje protagónico es clave para comprender los alcances del film.

Aunque dependerá de cómo lo observe el espectador, Fitzcarraldo surge como epítome de la ambición y/o tenacidad, de la rebeldía y/o demencia, un tipo romántico y/o trastornado, un soñador y/o megalómano. Amante de la ópera pero fracasado en sus extravagantes emprendimientos, Fitzcarraldo es objeto de burla por sus compatriotas que han triunfado explotando y saqueando las riquezas naturales de América. Tal desprecio alimentará su genial y/o loca idea de construir un teatro de ópera en plena Amazonas como muestra de que puede hacer lo imposible si se lo propone. Como lo señala el prólogo de Herzog, la búsqueda de Fitzcarraldo es la “Conquista de lo Inútil”, cuando se refiere a construir el teatro en la selva.

Y es que en ese sentido, el teatro y la ópera pero más aún la demencial idea de hacer cruzar el barco por el istmo son metáforas de la audacia y ambición de algunos hombres y del eterno intento del hombre y naturaleza por domarla, en donde el primero podrá ganar batallas pero al final es esta última la que se imponga. Y lo más interesante e increíble de todo es que para Herzog la realización de “Fitzcarraldo” se convertirá en un viaje personal a experimentar este sentimiento de rebeldía y lucha contra la adversidad natural que llevó al empresario cauchero a su proeza naval. No en vano, este film, además de “Aguirre, la ira de Dios” (1972) y “Cobra Verde” (1987), es considerada una de sus más ambiciosas puestas en escena.

Sin embargo, en “Fitzcarraldo” (1982) Herzog tiene algunos problemas para construir el suspenso, en especial cuando insiste en la naturaleza ambigua de la ayuda de los indígenas que ayudan al empresario cauchero. El excesivo metraje del film, 2 horas y media, en especial los cerca de 60 minutos que toma desde el encuentro con los indígenas hasta que se despide de ellos, se sustentaría mejor si el director alemán construyera un clima angustiante para Fitzcarraldo y su grupo de hombres, que terminan siendo sólo 4, ante un centenar de indígenas que a pesar de saber que el empresario no es un dios, deciden ayudarlo. No hay nada de malo en ser ambiguo pero si esa sensación extraña no se da en un clima en que el grupo de blancos está siempre a punto de ser atacado y asesinado por los indígenas, se vuelve más bien en instantes de mucho relleno y algo cansinos.

Herzog se inspiraría en la ingeniería de los antiguos monumentos megalíticos para la legendaria escena en que transporta el barco a vapor de 320 toneladas sobre una colina, sin efectos especiales. Hay que comentar que el barco que el verdadero Fitzcarraldo transportó sólo era una lancha y pesaba 30 toneladas, pero el director de “El Enigma de Kaspar Hauser” (1974) tenía claro que nadie había pensado en realizar semejante proeza (o insensatez) y que después de él nadie tampoco lo intentaría, por lo que también se hace dueño de esa particular visión de “Conquistador de lo Inútil” que aparece en su guión. Traería tres barcos, los cuales fueron utilizados en las diferentes escenas de la travesía, desmontados y luego armados, siendo la más peligrosa aquella en la que el barco desciende por unas pendientes pronunciadas y rápidas en donde resultaron con heridas leves seis personas.

Inicialmente, Herzog contó con el doble ganador del Oscar, Jason Robards (“Tora, Tora, Tora”, 1970; “Todos los hombres del presidente”; 1976) para el papel del megalómano Brian S. Fitzcarrald pero el actor debió abandonar por enfermarse de disentería, obligando a Herzog a considerar un reemplazante, entre los cuales estuvo Jack Nicholson. Sin embargo, Herzog se decantaría finalmente por su viejo “amigo”, Klaus Kinski, con quien llegó a tener una de las relaciones más excéntricas y polémicas de la historia del cine. Herzog ya había trabajado con él en dos películas y los enfrentamientos verbales y físicos eran una tónica entre ambos, pero aún así el director de “Fata Morgana” (1971) creyó finalmente que el irascible actor alemán sería el único capaz de sacarlo del problema de Robards. Por tal razón, como se desprende del documental “Mi enemigo íntimo” (1999) cuando parte de los extras indígenas se cansaron de los constantes ataques de ira de Kinski y ofrecieron a Herzog matarlo, éste señaló que lo necesitaba para terminar la filmación. Si bien es cierto no alcanzaría el histrionismo que mostró en “Aguirre, la ira de Dios” (1972) y después en “Cobra Verde” (1987) Kinski interpreta correctamente al obsesivo Brian S. Fitzcarrald, un soñador rebelde que se saldrá con la suya.

El reparto lo completa la actriz italiana Claudia Cardinale (“8 ½”, 1963; “La Pantera Rosa”, 1963) como Molly, la esposa de Fitzcarraldo; José Lewgoy (“El beso de la mujer araña”, 1985; “Cobra Verde”, 1987) como Don Aquilino, socio de Fitzcarraldo en su expedición para unir los afluentes de los ríos por tierra; Paul Hittscher como el Capitán Orinoco; Miguel Ángel Fuentes (“La Ley de Herodes”, 1999) como Cholo, espía de Don Aquilino; y Huerequeque Enrique Bohorquez, quien se interpreta a sí mismo, como cocinero y traductor de Fitzcarraldo con los indígenas.

La banda sonora de “Fitzcarraldo” (1982), lanzada en 1982, contiene temas del grupo Popol Vuh de los álbumes “Die Nacht der Seele” (1979) and “Sei still, wisse ich bin” (1981), además de algunos extractos de “Ernani” (1844) de Giusseppe Verdi, “Pagliacci” (1892) de Ruggero Leoncavallo, “La Boheme” (1896) de Giacomo Puccini, “I Puritani” (1835) de Vincenzo Bellini y “Muerte y transformación” (1889) de Richard Strauss.

“Fitzcarraldo” (1982) fue nominada a los Globos de Oro y al BAFTA como Mejor Película Extranjera y a la Palma de Oro de Cannes, recibiendo el Premio a la Segunda Mejor Película Alemana en los Deutscher Filmpreis (1981) y al Mejor Director en el Festival de Cannes (1982).

En resumen, el proyecto cinematográfico más ambicioso y delirante de Herzog volviendo al Amazonas peruano (Aguirre, la ira de Dios”, 1972) para filmar lo imposible en una epopeya de un megalómano tan carismático como el propio director alemán.



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Parnaso

  • 4 Oct 2015

6


FITZCARRALDO

El alemán Herzog compone aquí una odisea partiendo de un sueño que tiene Fitz(Klaus Kinski)de crear un teatro en mitad de la selva amazónica para escuchar ante todo a Caruso.Pues bueno,la historia está bien realizada pero no tiene mucha tensión y tampoco desempunta en ningún tramo,una pequeña mala maniobra que crea una efímera especualción sobre si resistirá el barco o no y punto,el resto solo es ver al barco navegar por el río y ver como lo suben al monte,no tiene más misterio,lo mejor es el lugar donde se centra la historia.



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thebaduel20

  • 7 Oct 2011

8


Fitzcarraldo resulto un film interesante, lleno de hermosos paisajes y de un hombre que sigue sus sueños como todo el mundo quisiera, es n trabajo laureado y reconocido, aunque debo de admitir que para mi resulto por momentos lento y el final me pareció algo simple.
Si bien las imágenes son hermosas, me parece que se abusa demasiado y por momentos es tedioso ver tanto paisaje sin diálogos.
La película lleva un ritmo lento, pero la duración es exageradamente larga.
Para mí lo más plausible es el modo en que se rodó la película, quitando los defectos previos la película enfoca un romance muy ligero que me pareció muy interesante.



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Críticas: 3


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