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Críticas de bigladiesman

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Los Locos del Cannonball 2 Los Locos del Cannonball 2 07-07-2023
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“Los locos de Cannonball” fue una película mediocre pero el público acudió en masa a verla, así que de nuevo Hollywood se aunó con Raymond Chow para una secuela que iba a seguir el mismo patrón que la primera parte: comedia gruesa, hazañas en todo tipo de vehículos, muchos mamporros y un montón de estrellas.

Repiten Burt Reynolds, Dom De Luise (esta vez haciendo dos papeles. Su brevísima aparición entre las sombras como parodia de Vito Corleone es uno de los mejores momentos de la película), Sammy Davis Jr., Dean Martin, Jack Elam (mucho menos afotunado que en la primera entrega, donde es literalmente LO MEJOR de la película) o un Jackie Chan que tuvo que hacer la peli obligado por contrato. Se incorporan montones y montones de nombres como los de Shirley MacLaine, Frank Sinatra, Telly Savalas (haciendo un horrendo acento italiano. Con el vozarrón que gastaba resulta muy ridículo, y no en el buen sentido), Ricardo Montalbán, Richard Kiel, Tony Danza, tres secundarios imprescindibles de la saga “El Padrino” como Abe Vigoda, Alex Rocco y Michael Gazzo, Henry Silva o Doug “Trampas” McClure y otros más bien conocidos solo en EE.UU. en papeles más o menos episódicos (en algunos casos cameo y gracias) El mejor del reparto y gran robaescenas es el orangután que va con Danza: todo el mundo salvo quizá Dean Martin y Sammy Davis Jr. se limita a cumplir el expediente.

Voy a decir algo que puede sorprender a no pocos, pero el guion y desarrollo de esta segunda parte me parece mucho más coherente y gracioso (dentro de lo que cabe, claro) que el de la primera: aquí al menos parece que hay un hilo argumental, aunque muy endeble y se abandona toda pretensión de hacer escenas sensibleras, que en la primera parte eran ciertamente forzadísimas y fuera de lugar. Desafortunadamente, hay que decir que a la película le sobra metraje.

Las acrobacias son más espectaculares aquí, compensando un poco la falta de entrega del reparto, y la música se ve sensiblemente mejorada: sigue siendo mediocre, pero al menos hay piezas agradables y pegadizas como el “Like a Cannonball” de Menudo. Como curiosidad, hacia al final hay una pequeña pieza de animación a cargo del mismísimo Ralph Bakshi.

Puede escandalizar mucho esta opinión (especialmente a mi admirado y hace tiempo fallecido crítico y estudioso del cine Roger Ebert y su secuaz/adversrio Gene Siskel, que detestaban esta peli con pasión) pero esta segunda parte supera a mi juicio a la primera en todos los aspectos: más espectacular, con mejor reparto en términos relativos (aunque insisto en que el mejor es el orangután), más graciosa y más coherente. Sigue siendo malilla, pero al menos me ha vuelto a dejar con una sonrisa tras haberla visto como adulto, mientras la primera me defraudó profundamente. Lástima del exceso de metraje.


Los Locos del Cannonball Los Locos del Cannonball 07-07-2023
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Suguiendo con la retrospectiva de Burt Reynolds, esta vez nos encontramos con uno de los varios intentos de Raymond Chow para introducir a la Golden Harvest en el Hollywood más dorado: esta gruesa comedia de culto, de reparto espectacular y aún más espectaculares acrobacias automobilísticas.

Aquí tenemos a Burt Reynolds, ya por entonces el experto en road movies y pelis de mamporros que conocemos la mayoría, Dom DeLuise (como copiloto con doble personalidad), Roger Moore, un Jackie Chan que empezaba su carrera americana, la malogradísima Farrah Fawcett (de tonta del culo ecologista), Dean Martin (como siempre, de mujeriego con mucha jeta), Sammy Davis Jr., un tremendamente gracioso Jack Elam (el mejor de la película para mí con su proctólogo drogata y guarro) o Peter Fonda en un cameo, entre otros. Dirige un gran profesional del cine de palomitas como fue Hal Needham, que ya había hecho “Los caraduras”con Reynolds.

A nivel de guion (a cargo de Brock Yates) se trata de una comedia de brocha gorda con chistes bastante desiguales y momentos de amistad empalagosa, dependiendo más de las ganas que le ponen los intérpretes que otra cosa. Ya he dicho que Jack Elam es a mi juicio el mejor, pero Reynolds, partes de DeLuise, el siempre natural Sammy Davis Jr. y Roger Moore autoparodiándose tienen las partes más afortunadas. A ratos parece hecha de parches, pero, todo sea dicho, pasa volando.

A parte de las virguerías con los coches, destacaría el rápido montaje y ritmo acelerado de la acción, y en la parte negativa, la horrenda música, desde el tema principal de baratillo hasta la repugnante canción infantil final que estropea los ya míticos créditos finales, con pifias bastante graciosas. Que el responsable de tal desastre se llamara Snuff Garrett ya no preconizaba nada bueno.

Una peli que la ves de crío o adolescente y te entusiasma, pero que de adulto le ves las costuras y no pasa de ser pasable, valga la redundancia.


007: Alta Tensión 007: Alta Tensión 06-10-2022
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18 años después de que Saltzman y Broccoli empezaran a tantearlo, el eterno aspirante a Bond, Timothy Dalton, lograba al fin calzarse el esmoquin. El galés y shakespeariano Dalton, de 40 años de edad, había tenido una carrera prestigiosa pero harto irregular en cine y televisión. En el teatro sí que era una estrella de primer orden. Su porte chulesco, altivo y duro rezumaba Bond ¨conneriano¨ por los cuatro costados, pero no tenía nada que ver con el personaje que preparaba (para ese primer aspecto vedlo en ¨Rocketeer¨ o ¨Arma fatal¨): iba a ser lo más parecido el Bond literario que pudiera. Su Bond es un hombre serio con constantes conflictos morales, impulsivo, cínico, a veces incluso amargado, pero al mismo tiempo puede llegar a ser tierno, noble, enamoradizo y fiel amigo de sus amigos hasta el punto de saltarse las propias reglas de su oficio, perder los estribos y jugárselo todo por ellos (aquí veremos una muestra con su contacto en Bratislava y Viena: Saunders. Más adelante se dedicará toda una peli a este aspecto de su personalidad). No lo hizo muy popular en ese tiempo, pero si os ha sonado a Craig, es correcto: Dalton fue el proto-Craig. Sus admiradores entre el público [y la crítica] han ido creciendo con el tiempo y con su mayor presencia en cine y tele en las últimas dos décadas (siendo el jefe de Doom Patrol y el Sr. Púas de Toy Story sus últimos éxitos).

Dalton se adapta perfectamente a su Bond y la película se desarrolla a su alrededor. Lo acompaña Maryam DAbo, correcta en todo momento como la ingenua violoncelista checoeslovaca Kara Milovy, que vendría a ser una Tatiana Romanova actualizada; John Rhys Davies como el jefe del KGB Pushkin, objetivo de Bond, y Art Malik (Mentiras arriesgadas) como Kamran Shah, un líder Muyahidin amoral pero simpaticote que ayuda a Bond y Kara por una deuda de honor.
Aquí nos fallan un poco los villanos, que no pasan de ser una pandilla de facinerosos de poca monta traidores a sus respectivos países. No es que trabajen mal, pero poco tienen de amenaza. El actor y presentador neerlandés Jeroen Krabbé es el general Koskov, presunto novio de Kara; un afable cantamañanas con síndrome de apuñalamiento por la espalda crónico que está asociado a un traficante de armas yanqui fascistoide y chiflado: Brad Whittaker, interpretado por el muy en su salsa Joe Don Baker en su primera aparición de tres en la saga Bond. Más temible es Necros, el asesino personal de Whittaker, interpretado por el bailarín alemán Andreas Wisniewski, también recordado por ser uno de los terroristas de ¨La jungla de cristal¨.
El personal del MI6 contiene una novedad: La bellísima Caroline Bliss es una Moneypenny joven (26 años, 15 menos que Dalton: Lois Maxwell era incluso mayor que Roger Moore por meses), tan deslenguada como siempre y es fan de Barry Manilow. Desmond Lewellyn vuelve a ser Q y Robert Brown M. Aquí es donde notamos diferencias: el Bond de Dalton y el M de Brown se respetan pero se odian. El M que veremos aquí y en ¨Licencia para matar¨ no es el abuelete enrollado que fueron Bernard Lee y Brown en sus pelis con Moore. Brown se convierte en un M autoritario, tozudo, frío y despiadado. Tengo la sensación de que se quiso deshumanizar al personaje (haciéndolo mucho más realista con respecto a una persona de su posición, EMHO) para remarcar la humanización y espíritu rebelde que Dalton le iba a aportar a Bond.

Con el siempre fiable John Glen tras las cámaras y Richard Maibaum y el co-productor Michael G. Wilson escribiendo de nuevo la historia, nos encontramos aquí una película Bond bastante depurada: aunque se pretendió mantener un poco del espíritu Moore en cierta escena, ésta se eliminó para acomodar mejor al nuevo prota. Hay relativamente pocos chistes (aunque haberlos, haylos): Este Bond no está para bromas excepto cuando se trata de putear al pobre Q. Desde luego que ir matando gente no hace ni putísima gracia a menos que estés fatal del tarro, y Bond, bueno, siempre ha sido un tarambana, pero, vaya, que este no es tan psicópata como otros héroes ochenteros y no suelta una puyita con cada muerto que deja en su camino [DE MOMENTO].

A nivel técnico no se puede hacer otra cosa que ponerse de pie y despedir con un aplauso a John Barry y la enorme influencia de sus bandas sonoras Bond. Barry se despide a lo grande: modernizando su sonido de siempre y cargándolo de ritmos de secuenciador. A ratos es incluso bailable en plan rave. Y además viene acompañado de tres canciones a cargo de dos bandas estrella: el injustamente semiolvidado trío noruego A-ha para el excelente tema principal y los Pretenders para dos piezas - compuestas por completo por Barry - no menos memorables. Gracias a ello, Barry obtiene 4 leitmotivs distintos para trabajar y crea, quizá, su banda sonora Bond más divertida junto a la de ¨Diamantes para la eternidad¨.
Nuevo Bond, nuevo coche. Volvemos a Aston Martin, esta vez un V8 cargadete de gadgets, para una excitante persecución sobre hielo. Las pelis de Dalton, siendo espectaculares, lo fiaron todo a la acción pura y dura y no contamos con decorados espectaculares, pero sí con escenas tremebundas (la lucha en la bodega del avión Hércules siendo imitada casi fotograma por fotograma por el videojuego ¨Uncharted¨ y su reciente versión cinematográfica). Peter Lamont y compañía cubren, pues, el expediente con profesionalidad pero sin alardes y es el savoir faire de John Glen para la acción en lo que se centrará el espectador.

Buen debut para Dalton: una revitalización de Bond en muchísimos aspectos, con pocos alardes artísticos pero con la acción de siempre y ligeras pero novedades en la fórmula general. Solo los malosos chirrían un poco. En la próxima entrega, para mí, la cosa iría a mejor: es mi película favorita. No, de Bond no; de toda la historia del cine.


007: El Hombre de la Pistola de Oro 007: El Hombre de la Pistola de Oro 15-09-2022
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No muy popular entre los fans de Bond, aunque se ha ido reivindicando ligeramente con los años, es una de mis favoritas de la saga. Y no sé por qué. Quizá por ser también fan del cine de artes marciales se deba al aire de peli de Hong Kong que se gasta,a las trepidentes escenas de acción, al maravilloso villano, sus secuaces o su guarida o al aire despreocupado e incluso descuidado de todo el conjunto.

Roger Moore hace su peor actuación como James Bond y hay que remarcar que NO es su culpa: James Bond en esta película es tan cabrón como lo era el de Sean Connery en las dos primeras películas, e incluso hay fans que dicen que el malo es él porque hace acciones tan o más discutibles que las de Scaramanga. Claro está, con Connery eso funcionaba a la perfección, pero al osete de peluche que era Moore se lo ve francamente incómodo torturando y abofeteando a mujeres o provocando al malo sin sentido. No es su película, pero al menos está bien y seguro en los ratos en que le dejan ser ¨su¨ Bond afable, gracioso y sabihondo.
Britt Ekland y Soon-Tek Oh interpretan a los aliados más inútiles que ha tenido que soportar el pobre 007. Ekland era una actriz aseadita e hizo lo que le pedía el guion, por eso Mary Goodnight resulta tan competente en eso de ser incompetente y pavitonta. Una de las peores chicas Bond, pero creo que también se debe exculpar a Ekland. Oh, por su parte, lo lamento pero creo que no está nada inspirado y hace que su teniente Hip sea más incompetente de lo que parece.
En lo que respecta a los malos, en cambio, tenemos pura brillantez: Francisco Scaramanga fue el primer reverso tenebroso de Bond, mucho antes que Alec Trevelyan, Silva o el actual Blofeld. Christopher Lee, primo de Ian Fleming que estuvo en la criba para varios papeles de la saga incluído el de Bond, hace, y no creo exagerar, una de las mejores interpretaciones de su ilustre carrera. Scaramanga es siniestro pero encantador, caballeroso pero tramposo, elegante pero degenerado… Y cuenta con esa presencia física e ímpetu que solo Lee tenía. La película la lleva él a hombros, así de claro.
Maud Adams brilló en su primer papel como chica Bond. Su Andrea Anders es una mujer desesperada, una puta de lujo prisionera de un monstruo que hace lo que puede por salir de ese mundo de lujo pero de muerte. Se la ve cómoda en el único papel sin humor forzado de la película. Y Hervé Villechaize es la risa como Nick Nack: un enano sánguinario con la cara de Felipe González y acento francés que sabe jugar muy bien a dos bandas y es tan sarcástico como su jefe Scaramanga.
Clifton James vuelve como el facha del Sheriff Pepper, esta vez de vacaciones. Qué queréis que os diga, para mí es un placer culpable ver ese loco reaccionario armando bulla por Bangkok y esta vez intentando “ayudar” a Bond en lugar de perseguirlo. James jamás ha sido un mal actor, para mí.

El punto débil de la peli es el guion. Tom Mankiewicz, que creo que jamás supo encontrarle el punto a Bond, y en lugar de hacer bueno al reparto y al equipo, son éstos lo que lo hacen bueno a él, lo empezó y acabó, y un retornado Richard Maibaum trabajó en él entre medias. Poca cohesión, chistes malísimos, giros de guion cogidos por los pelos… Es Guy Hamilton y su excelencia en las pelis de acción el que enmienda la plana, creando un producto que no teniendo el buen respaldo de sus antecesoras, se alza como la que resulta para mí la peli más divertida de la saga hasta la fecha (pronto sería superada por “La espía que me amó”).

Aunque es una película de altísimo presupuesto, gracias a la ambientación se gasta un cierto aire – creo que deliberado – a serie B, pero es solo cosmético. Aquí hay momentos de puro espectáculo, no solo en las escenas de acción (ese coche dando sin trucos un tirabuzón completo en el aire aún quita el hipo), sino en como la fotografía de Ted Moore y Oswald Morris realza la belleza de los paisajes tailandeses hacia el final. Los decorados corren a cargo de un hombre con experiencia en la saga como asistente pero no como decorador principal: Peter Murton, que crea en la guarida de Scaramanga un decorado memorable para el clímax y en el semihundido Queen Elizabeth una sede estupenda para el MI6. Dos sets algo surrealistas pero que en una peli como esta incluso encajan. La música del retornado John Barry cumple el expediente, pero el compositor se cargó la mejor escena de la película queriendo ser graciosillo y poniendo un chiste sonoro donde no tocaba,

Con todos sus abundantes defectos, sigue siendo una película divertidísima y excitante que mata penas por un buen rato. El equipo, Guy Hamilton y el trío maloso no solo salvan la película, sino que la hacen muy buena, lo que es extremadamente meritorio con ese guion de chichinabo. No pudo tener el director anglofrancés una despedida mejor de la saga que lo consagró como uno de los mejores directores del cine de acción desde los 60 a los 80.


Sopa de Ganso Sopa de Ganso 07-09-2022
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[Crítica ligeramente modificada el 07/09/2022]

Una de las mejores comedias de la historia del cine (para mí la mejor teniendo en cuenta la época y las condiciones en que se rodó, con los Marx y la Paramount enfrentados), con Bert Kalmar y Harry Ruby, colaboradores de los Marx desde hacía años, tomando el mando de guion y las canciones junto a otros dos colaboradores habituales: Arthur Sheekman y Nat Perrin. Estos cuatro hicieron uno de los guiones más absurdos, surrealistas, delirantes y divertidos que se habían hecho hasta la época (eso de la crítica al fascismo fue colateral) y los Marx, dirigidos magistralmente por un aún ¨tierno¨ pero más que preparado Leo McCarey (8 nominaciones al Oscar, 3 estatuillas como director y guionista), que venía de trabajar habitualmente con Laurel y Hardy, y con Margaret Dumont de nuevo como víctima de sus gamberradas se salieron, absolutamente.

Dos de las novedades de esta peli respecto a las otras son la afortunada supresión de las escenas del arpa y el piano y una Margaret Dumont más sobreactuada y con mucho más protagonismo que en ocasiones anteriores. En esta película Groucho, con su inolvidable Rufus T. Firefly, Chico e incluso Zeppo (que se las da de hábil manipulador político, secretario de Groucho) tienen más mala leche que nunca (de hecho Harpo ha tenido mala leche desde ¨Los cuatro cocos¨: su humor era indómito). Sin parejita romántica a la que ayudar, los Marx se lanzan a hacer un chiste absurdo tras otros en una sucesión de afortunados e inolvidables gags surrealistas sin seguir prácticamente ningún argumento (esto son dos naciones enfrentadas, y después hay una guerra. El argumento de la peli es este, simple y llanamente). De hecho en algunos momentos parece que los Marx se han visto en una escena anterior y en la siguiente ya no se conocen. No sé si es error o deliberado, pero añade al surrealismo.

Creo que debe ser la décima u onceava vez que veo esta peli. Nunca dejo de reirme. ¿Para qué soltar más rollo si este peli es simplemente de 10?


007: Panorama para Matar 007: Panorama para Matar 04-09-2022
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La película EON de Bond que define los años 80 a nivel de estética, pero con un prota al que sus 58 años le pesaban ya en exceso.

Y es que pese a que Roger Moore sigue imprimendo su simpatía al personaje dándole un aire aún más jovial que de costumbre (resulta incluso hogareño), parece que en lugar de haber pasado tres años desde ¨Octopussy¨ hayan pasado 10: a Moore se lo ve cansado, casi frágil; no hace una sola escena de acción (en OP tenía un par) y hay intentos descarados de ocultar su ya avejentado rostro con gafas de sol en algunos primeros planos.
Con un Bond que, como dijo un crítico de la época ¨no es que esté maduro, es que está a punto de caer del árbol¨, la película se tiene que aguantar gracias a chicas y villanos: la verdad es que la malograda Tanya Roberts no ayudó. Su Stacy Sutton es una rubia tonta, chillona y sin carisma.
Así que con un Bond correcto pero cascajo y una chica Bond incompetente solo nos quedan los malos. Y ahí es donde la peli empieza a salir a flote: el Max Zorin de Christopher Walken es brillante. Un magnate de los componentes informáticos, auténtico psicópata para el que matar es puro placer y entretenimiento, y Walken se lo pasa pipa interpretándolo. Su acompañante femenina está a la altura: la intimidante cantante jamaicana Grace Jones, sus músculos y el carisma que rezumaba su sola presencia son indiscutibles. Su competente May Day es una guardaespaldas, asesina y amante casi tan sádica y feroz como su jefe.
Entre otros papeles tenemos a los habituales en el MI6, con la despedida de Lois Maxwell como Moneypenny, al mítico Patrick MacNee de ¨Los Vengadores¨ - pariente de Ian Fleming al igual que Christopher Lee - en un lucido papel como ayudante de Bond y una fugaz aparición de Dolph Lundgren (novio entonces de la Jones) en su debut cinematográfico.

Dirigida con el oficio habitual por John Glen, tiene una historia del hijastro de Cubby Broccoli, Michael G. Wilson, y el clásico Richard Maibaum. A mi juicio es bastante floja y bebe mucho de Goldfinger sin la grandeza de ésta, pero las escenas de acción son exquisitas y excitantes. Otra de las tablas de salvación de esta película es la música: John Barry retomó su estilo mixto entre pop, jazz y sinfónico tras no usarlo desde ¨El hombre de la pistola de oro¨ y esta vez le dio toques descaradamente rockeros, dando como resultado temas de acción tan adrenalínicos como no lo eran desde ¨Al Servicio Secreto de Su Majestad¨. Una obra maestra de Barry un poco ensombrecida por el marchoso, memorable y muy, MUY exitoso tema principal del grupo Duran Duran.

El adiós de Moore no pudo ser más formulaico, y tiene sus defectillos, pero es por otro lado una película muy entretenida con una deliciosa estética ochentera.


Danger Route Danger Route 16-07-2022
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La Amicus, rival de la Hammer y la Tigon en la supremacía del cine británico de terror, quiso su parte del pastel de los clones de Bond y contrató a Richard Johnson (la elección original de Terence Young para ser 007) para su propia peli zumbona de espías, basándose en la popular novela ¨The Eliminator¨.

Era la segunda vez que Johnson hacía un clon de Bond, tras ser una versión sesentera de Bulldog Drummond en ¨Más peligrosas que los hombres¨, del mismo año que la peli que nos ocupa (repetiría papel un par de años después). Aquí es Jonas ¨Eliminator¨ Wilde, un mortífero agente secreto inglés algo desconfiado y muy ajado por culpa de años matando… Sin usar pistola, sino con un movimiento secreto de artes marciales, que recibe el encargo de eliminar a un científico. Johnson era un actor que estaba hecho casi a medida para este subgénero y no nos falla. A su lado, el inconfundible actor escocés Harry Andrews con su cara de viejo marino y su vozarrón como el jefe del MI6 y un montón de bellísimas actrices entre las que destacan la encantadora actriz teutona Barbara Bouchet (chica Bond no oficial en Casino Royale y aún toda una estrella en Italia) o la malogradísima sex symbol británica Diana Dors.

Guion del polifacético neoyorquino Meade Roberts, guionista y actor ocasional: todo un experto en escribir historias detectivescas y noir. ¿Buscáis acción? Porque con ese cartel la cosa promete… Pues no No hay una sola escena de acción en tres cuartos de hora: todo se inicia con una lentitud casi insufrible. Esto en un noir es de esperar, pero en un clónico de Bond se hace extraño y no muy agradable. Wilde se dedica entonces a seducir mujeres para infiltrarse en sitios. Más aburrimiento: he tenido incluso que saltarme trozos. No es hasta los 45 minutos que pasa algo mínimamente interesante y nuestro prota empieza a mostrar lo peligroso que es. Y encima los chistes son malísimos.

Técnicamente no hay nada especialmente reseñable, así que saltamos a la conclusión. Decepcionante película con un buen Richard Johnson y para de contar. Mucho diálogo sin interés, escasa acción.


Nunca Digas Nunca Jamás Nunca Digas Nunca Jamás 16-06-2022
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Tras años y años fastidiando a EON tanto como pudo, en 1983 el co-productor y propietario de los derechos “Operación trueno” y de la organización SPECTRE Kevin McClory se alió con el exjefe de Lorimar, Jack Schwartzman (con la esposa de Schwartzman Talia Shire y su hermano Francis Ford Coppola ayudando en la sombra) y lanzó su órdago: un remake de la película de 18 años antes con Sean Connery de protagonista y un envidiable equipo técnico. Tras el fiasco que fue Casino Royale en 1966, se lanzaba otro Bond alternativo.

Sean Connery vuelve a su personaje más famoso en mucha mejor forma que en su aparición en “Diamantes para la eternidad”. De nuevo con peluquín y sin vello facial, y con muchas ganas de de disfrutar de su último Bond: ahora estaba mucho más bajo control de la producción y se sentía liberado.
Por su enorme relevancia dentro de la película, no puedo más que señalar como segunda protagonista a Bárbara Carrera. La nicaragüense es una psicópata desencadenada, divertida de carácter y sádicamente juguetona como Fatima Blush, esbirra de SPECTRE. Una auténtica malosa de tebeo que deja a la espléndida Fiona Volpe de Luciana Paluzzi como una santa. En comparación, la aún principiante Kim Basinger está más verde que un pepino, pero ya apuntaba maneras y belleza (especialmente cuando aparece en maillots transparentes). Su Dominó es bastante parecida a la de Claudine Auger: distante y un poco frágil si se la agita en exceso.
Los villanos principales son un delirantemente histriónico Klaus Maria Brandauer como un Largo que en contraste con la intimidante y severa mezcla de gangster y pirata de Adolfo Celi, aquí se las da de simpático y alegre bucanero, magnate y playboy: un tipo carismático pero que en el fondo no es más que un niño pijo y demente con aspiraciones que tiene unas temibles pataletas que divierten muchísimo a Bond; finalmente tenemos a un desaprovechado Max von Sydow como un Blofeld encantador, casi tierno y absolutamente fuera de lugar aquí que solo sale en dos escenas.
Entre los secundarios, el recientemente finado Gavan O’Herlihy es el hermano yonqui de Dominó en uno de esos papeles de repelente que bordaba (aquí logra despertar compasión: al fin y al cabo un hombre mentalmente torturado y maltratado por la horrenda Fatima), Bernie Casey es un Felix Leiter más que decente y con buena química con Connery, Edward Fox es un M desagradable y neurótico y otro entonces principiante, Rowan Atkinson, es el insufrible contacto de Bond en Nassau, Nigel Small. Era su primera película, faltaban aún un par de meses para que nos hiciera partirnos la caja hasta la incontinencia urinaria con su inolvidable Black Adder y se nota demasiado: a mí incluso me pone nervioso.

Dirige Irvin Kershner, el emperador de las secuelas, escribe Lorenzo Semple Jr. (junto a un considerable grupo de guionistas no acreditados, los principales el dúo británico Dick Clement e Ian Le Frenais – se dice son que los verdaderos autores del guion – o el mismísimo Coppola) uno de los guionistas con más gancho comercial que podías encontrar en Hollywood (junto con montones de aportaciones de otros autores), pero, vaya, no tiene el knack que ya tenía Richard Maibaum en lo que a Bond se refiere. La película es algo monótona a ratos y los chistes en general son malísimos.

El formidable Douglas Slocombe se encarga de la fotografía, dando un ligero “aire indianajonesco” a la acción. Pese a ser una producción bastante suntuosa para la época, con personal de lo mejorcito, la ausencia del personal de EON se nota y hoy día tiene un aire de serie B, casi de telefilm (ya que la he mentado antes, a veces se espera uno que al principio o al final aparezca el logo de Lorimar) que muchos critican y a mí me chifla. De los FX se encarga la compañía Apogee, que entonces tenía un gran prestigio, y si bien hay varias escenas meritorias, alguna que otra chirría bastante (esos Action Men de Bond y Leiter yendo en una especie de jetpack-helicóptero son risibles, solo falta el crío moviéndolos para que sea un anuncio navideño).
Esta NDNJ (junto a Panorama para Matar) es la definición bondiana de lo ochentero, lo que le da encanto, y el menor abuso de escenas subacuáticas hace que sea menos farragosa de ver que Operación Trueno (si bien vista en perspectiva la de 1965 aún sea superior neutralmente hablando).
La banda sonora de Michel Legrand, pese a que hay un par de piezas majas (correctísimo tema principal a cargo de Lani Hall, eterna aliada de Sergio Mendes - que lo co-produce - y su marido el trompetista Herb Alpert – que ya estuvo en Casino Royale – y también el tema secundario “Une chanson d’amour”, aparte del discotequero “Jelaousy”), es abismal, nefasta. Es paradójico sabiendo que la base del Bond musical cuando Connery estaba en EON era el jazz combinado con otros géneros, pero el estilo de jazz de Legrand, más purista, resulta aquí fuera de lugar y además durante el metraje a veces la música suena como deformada, cacofónica (en el disco de la banda sonora suena correcta aunque sea mala: no se entiende). Mala idea de Connery la de imponer al compositor que le gustaba a él.

Con todo esto me mantengo en que si bien la “Operación Trueno” original es la mejor película, personalmente esta me gusta más, algo en lo que me encuentro en franca minoría entre los fans de Bond: “Nunca digas nunca jamás” me resulta más entretenida, bizarra y encantadora que su hermanastra mayor de EON y Danjaq, si bien ambas tienen en común que no han envejecido bien.


Octopussy Octopussy 13-04-2022
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EON se encontraba en un buen lío: Roger Moore se negaba a hacer otro Bond y su relación con Cubby Broccoli se había enfriado al máximo, pero Kevin McClory estaba preparando un Bond alternativo con el mismísimo Sean Connery. Así que aunque James Brolin ya había rodado algunas escenas de prueba junto a varios de los secundarios como Bond, EON y United Artists aflojaron la mosca a lo grande y esta Octopussy supuso un más retorno a lo bestia para Moore que otra película más para él.

Moore a esas alturas ya iba bastante con el piloto automático: se siente a gusto y se divierte. Eso es suficiente. Pero tiene una escena de tensión disfrazado de payaso donde el hombre no está nada mal.
La chica de turno es la retornada Maud Adams. Ocho años después, la casi cuarentona actriz sueca estaba aún de muy buen ver y además había ganado en experiencia, haciendo un trabajo excelente como magnate, aventurera y traficante de joyas debatiéndose entre los malosos que la quieren estafar y que al mismo tiempo tiene una deuda de honor con Bond. Quizá la mejor chica Bond de la era Moore.
Por la parte de los villanos, el ajado pero aún muy señor Louis Jourdan es el elegante y sádico príncipe afgano Kamal Khan, acompañado del cachas Kabir “Sandokan queremos un hijo tuyo” Bedi, quizá el actor más famoso que haya salido de Bollywood. Pero ambos se quedan en comparsas de una de las mayores luminarias del teatro británico: el histriónico Steven Berkoff roba escena tras escena con su completamente chiflado general Orlov. Verlo es amarlo, oiga usted.

Guion de Richard Maibaum con la colaboración de George MacDonald Fraser, creador de las novelas de Harry Flashman, y, por tanto, conocedor a fondo de la India, además de dotado de un olfato tremendo para el humor. La película constituye así una especie de término medio entre el realismo de “Solo para sus ojos” y el cachondeo padre de “Moonraker”, que incluye incluso unos cuantos guiños cinéfilos muy descarados (a mí me divierten, qué queréis) y un clímax larguísimo y exquisito con persecuciones casi seguidas de tren, coche, globo, caballo y avión, con sendas escenas de desactivación de explosivos y de mamporros de por medio. Tiene cierto aire a las películas de Indiana Jones, especialmente a “El templo maldito”, que se estrenó el año siguiente a esta. Curiosamente, la prima hermana de “Octopussy” que rivalizó con ella ese 1983, “Nunca digas nunca jamás”, tambien se gasta un rollo Indiana Jones, aunque esta vez es más nivel de personal técnico.

La película sigue sin desviarse el camino del Bond ochentero: el dinero se pone en las tremebundas escenas de acción. Los sets, de Peter Lamont, son bonitos pero sin la espectacularidad de antaño, y los exteriores siguen siendo un lujazo. A nivel musical, John Barry vuelve a la saga con una buena banda sonora tirada de nuevo a lo sinfónico, aunque no tan solemne como la de Moonraker. Algunas piezas parecen un ensayo de lo que sería la banda sonora de “Memorias de África”. La agradable canción “All Time High” del mismo Barry con letra de Tim Rice (“Jesucristo Superstar” y otras obras junto a Andrew Lloyd Webber, o el “Chess” de Björn Ulvaeus y Benny Andersson) corre a cargo de la cantante country Rita Coolidge.

Notable película Bond y otro exitazo. Sin ser ni de lejos de las mejores de la saga, cumple sobradamente sus objetivos: espectáculo, diversión y entretenimiento.


El Precio del Poder El Precio del Poder 15-02-2022
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[Actualizado a 15/02/2022]

Nació como remake de una obra maestra del cine de los 30 antes de que Hays lo interviniera y lo dejara en clásico de cineclub, pero De Palma con su ejercicio de estilo ochentero-miamero, Oliver Stone con su atinadísima actualización del guion original de Ben Hecht, Giorgio Moroder con su banda sonora eurodiscotequera y Al Pacino con una interpretación tan magistral como la de Paul Muni crearon entre los cuatro uno de los mayores iconos cinematográficos de la década de los 80: uno de los clásicos de videoclub por excelencia, de modesta trayectoria en salas, pero titán del vídeo doméstico.

Ligeramente superior a mi juicio que su predecesora, DePalma aprovecha un excelente y punzante guion de Oliver Stone (con muchos elementos cortesía del director original Sidney Lumet y que sigue bastante al dedillo el guion original de Ben Hecht, expandiéndolo y adecuándolo a los 80 y a su realidad político-social) tan legendariamente lleno de tacos y one-liners que la gente olvida la amarga crítica social subyacente en él, y lo convierte en una orgía ultraviolenta de estética colorista (aún hoy marca estilo), interpretaciones magistrales y pulso narrativo tenso.

Al Pacino hace una de sus más grandes actuaciones, su favorita de hecho. Su Tony Montana es inolvidable: un ser enfermizo, repugnante, traidor, agresivo, pervertido, psicótico y excesivamente tirao p’alante… Pero que increíblemente tiene sentimientos: le encantan los niños (en el mejor de los sentidos). Durante toda la peli, Pacino mezcla el hieratismo más absoluto con la histeria más sobreactuada, mostrando la inestabilidad mental de Montana. Su buena actuación lo sacó del bache en el que andaba metido y lo ha mantenido en la cresta de la ola hasta nuestros días y los que vendrán. Pero si solo fuera por Pacino… Está acompañado de un elenco de secundarios impresionante: Michelle Pfeiffer se destapó como más que una rubia bellísima que hace brillar la pantalla y sojuzgar al personal masculino con su sex-appeal y su voz aterciopelada. Es que además es un pedazo de actriz, y lo mustra como la sufrida esposa-prostituta Elvira: Antipática inteligente, fría y viciosa, muestra como su personaje cae en picado al elegir mal el camino de su vida, convirtiéndose en un guiñapo. Mary Elizabeth Mastrantonio - en su debut como actriz acreditada - hace una actuación similar a la de Pfeiffer: de tierna estudiante de FP a loca psicótica por culpa de los sentimientos incestuosos y el carácter ultraviolento de su hermano Tony. Finalmente, Stephen Bauer es Manny, el más “decente” de ese grupo de gentuza: simplemente, es un asesino hijo de perra y mujeriego que al contrario que el resto del reparto, no está loco. Añado que el maravilloso F. Murray Abraham tiene un papel demasiado corto como para demostrar su exquisito talento, pero su Omar es una babosa.

La banda sonora de Giorgio Moroder es más que notable, mezclando marchosos sonidos euro-disco de la época con breves fanfarrias electrónicas deliberadamente tensas y cacofónicas que acentúan la violencia y la locura que estamos presenciando. En mi modesta opinión, Moroder debió ganar el Oscar por ESTA película y no por los inoportunos sonidos discotequeros de “El expreso de medianoche”. (A ver: me encanta esa banda sonora… Solo si no se piensa que en el durísimo argumento y desarrollo de esta gran peli de prisiones turcas).

El cuidado diseño de interiores y el vestuario marcaron estilo. Esta película creó el estilo “Corrupción en Miami” (serie que debe mucho a este filme), que arrasó en los 80, y que aún hoy en día atrae a los nostálgicos de la época: colorismo, chicas en bikinis bien ajustados, hombreras, americanas elegantemente cortadas, coches estilizados…

En resumen, una película que fascina con su estilizada estética y a la vez repugna por su crudeza. Un superclásico: uno de los pocos remakes de obras maestras que es a su vez otra obra maestra.


Scarface: El Terror del Hampa Scarface: El Terror del Hampa 11-02-2022
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[Crítica actualizada a 11/02/2022]

Maurice R. Coons, alias Armitage Trail, dio un campanazo tremendo con su novela Scarface. El carisma de su protagonista, Tony Camonte, basado descaradamente en Al Capone, y una trama interesantísima que mezclaba violencia noir con elementos culebronescos, fueron demasiado tentadores para el magnate Howard Hughes, que compró los derechos de la novela.
Tras hacer una peli de temática relacionada (¨Código criminal¨) Howard Hawks quiso superar los films de gángsters de la Warner que tanto éxito estaban teniendo y se asoció con Hughes para este proyecto independiente. Se encargó la adaptación al prestigioso guionista Ben Hecht (con la colaboración de, entre otros, W.R. Burnett, autor de ¨Little Caesar¨) y se contó con la United Artists para la distribución. El resultado fue una peli legendaria: un clásico de cineclub que cimentaría la carrera de Hawks como gran director y que desembocaría en un remake aún más de culto.

El reparto es bastante destacado. Protagoniza el enorme actor ucraniano Paul Muni como Tony Camonte, un italoamericano chuleta, desafiante, despiadado y vicioso. Este no es como Rico, Tom Powers o incluso el mismísimo Tony Montana, que encontraron su perdición en que aún tenían sentimientos. Este es un psicópata simiesco que ama hacer el mal y disfruta sus perversiones sexuales. Excelente en todo momento. La notable Ann Dvorak es Cesca, la hermana de Tony que en su búsqueda de hedonismo se mete en el iniferno. Gran actuación. Karen Morley, una buena actriz que vio su carrera arruinada por el fanatismo del infame senador McCarthy (Morley fue toda su larga vida una socialista militante) es Poppy, la arrojada, frívola, inteligente e irónica mujer por la que suspira Tony. También excelente. George Raft se convirtió en estrella con su papel de Rinaldo, amigo de Tony. Sentó las bases de su estilo interpretativo: dureza, chulería, distinción, conocimiento de primera mano del mundo del hampa (era íntimo amigo de un importante capo) y ese gesto que lo hizo famoso, jugueteando con una moneda. Los actores de carácter C.Henry Gordon (generalmente villano) y Edwin Maxwell son los representantes de la Ley. Serios y honestos pero impotentes, con Camonte siempre pasándoles la mano por la cara, despiertan bastante simpatía. Karloff, ya convertido en estrella de la noche a la mañana gracias a su Monstruo de Frankenstein hace un papel secundario como un duro pero desesperado hampón irlandés, rival de Camonte. Es la guinda en el pastel.

Howard Hawks, a parte de lograr actuaciones magistrales por parte de todo el reparto, divide la peli en pequeñas escenas en rápida sucesión, como si se tratara de una serie de tiras cómicas, combinando drama y escenas de acción realista (muy inspiradas, por cierto) con alguna interesante licencia artísticas (la contante presencia de cruces, por ejemplo) además de desarrollar sin apenas tapujos el atrevido guion de Ben Hecht, que, dicho sea de paso, no está manco de humor, gracias en gran parte a la presencia del humorista Vince Barnett, considerado el más bestiajo de su tiempo tras Groucho, como uno de los hombres de Tony, que tiene chistes incluso en momentos de masacre y aniquilación. También destaca la crítica a la prensa amarilla, tema muy en boga en el cine de ese tiempo.

Los decorados son parcos y con grandes toques expresionistas. Si no son pequeños están tan llenos de gente, vehículos y explosiones que provocan claustrofobia. ¡Es una peli de ambiente tan viciado como su temática!

Absolutamente bestial, ¨Scarface¨ dejó a las excelsas ¨Hampa dorada¨ y ¨El enemigo público¨ medio obsoletas con su impresionante (para su tiempo, claro) exhibición de violencia y vicio. La intención 100% moralista de la peli y el hecho de que la censura fuera más relajada en ese tiempo es básico para entender cómo pudo llegar a las grandes salas de todo el mundo.

Personalmente me gusta más el remake de Brian DePalma, con sus escenas que se aprenden de memoria, su estética ochentera y ese Al Pacino loco del todo. Pero es una mera opinión personal: este peliculón, por lo que supuso y supone y teniendo en cuenta la época en que se realizó no es para nada inferior a su celebrado remake. Un 9 como una casa para esta lección magistral de cine criminal que elevó a Howard Hawks a la categoría de Maestro. Y solo porque a la de 1982 no quise ponerle el 10 por parecerme tópico, y me parece que van totalmente parejas neutralmente hablando.


007: Sólo para sus Ojos 007: Sólo para sus Ojos 06-02-2022
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Tras la ambiciosa orgía de fantaciencia, FX y cachondeo que supuso “Moonraker”, Cubby Broccoli decidió seguir el camino contrario y hacer la que aún hoy día podría ser la película Bond más sobria de toda la saga, lo cual no significa que no siga garantizando acción espectacular y chistes de Roger Moore.

Moore ya había adaptado definitivamente su estilo al personaje: un Bond cachondo, empollón y alegre con algunos momentos serios (en esta peli tenemos uno realmente inspirado cuando se lanza a vengarse del asesino Locke). Lo acompaña la musa de Luis Buñuel, Carole Bouquet, que está adecuada sin más: es su físico y sus ojos de esfinge lo que destacan, más que su actuación.
Topol, con su simpatía natural y voz cavernosa, es memorable como Milos Columbo, un contrabandista enfrentado a Kristatos, un viejo colega suyo, muy señorito, interpretado con el aplomo y sobriedad habitual por el rey de las franquicias (ha estado en Star Wars, Indiana Jones, Bond, Harry Potter y Juego de Tronos), Julian Glover.
Cabe destacar asimismo la breve presencia de Cassandra Harris, la entonces esposa del desconocido Pierce Brosnan, como la Condesa Lisl, esposa de Columbo, y el sadismo silencioso de Michael Gothard como el mercenario belga Locque.

Se estrena John Glen en la saga Bond, el hombre que guió hábilmente al personaje durante toda la década de los 80. Era un hombre de la casa, muy adaptable, que ya llevaba bastantes años como director de la segunda unidad, por lo que era un experto en escenas de acción: no te aburrías con él. Guion de los ya clásicos Richard Maibaum y del co-productor Michael G. Wilson, basado esencialmente en dos historias cortas de Ian Fleming: ¨Solo para sus ojos¨ y ¨Máximo riesgo¨, también conocida como ¨Risico¨, más secuencias basadas en “Vive y deja morir” y ¨Goldfinger¨, y al mismo tiempo bebiendo bastante de “Desde Rusia con amor” (sí, ya veis que en realidad a nivel de inspiración es un popurrí) pues todo se reduce a la búsqueda de un MacGuffin en forma de decodificador por parte del Reino Unido y la URSS, usando cada uno sus propios métodos. Entre medias, acción por un tubo y chistes Moorianos sin moverse del continente europeo.

Que una película sea sobria técnicamente no quiere decir que esté mal hecha: nombres como Peter Lamont, Derek Meddings (brillante trabajo de maquetas ultrarrealistas, especialmente en la secuencia pre-créditos, pero también en la lucha bajo el mar) o Chris Corbould aseguran espectáculo sin idas de olla. Por su parte, la alocada banda sonora de Bill Conti (mi favorita de toda la saga Bond. Me la compré y todo), pese a un par de momentos bastante ridículos (música de mariachis en las escenas ambientadas en España. Para ser que Conti empezó trabajando en italianadas y españoladas…) aporta mucha diversión con su mezcla de ritmos discotequeros muy pero que muy pegadizos, smooth jazz y una serie de piezas ambientales que deben mucho a John Barry (fue él el que recomendó a Conti para la película).

La película que abanderó el Bond ochentero: la misma acción, aventura y espectáculo de siempre, pero sin villanos con superbases secretas ni organizaciones terroristas.


Sin Tiempo para Morir Sin Tiempo para Morir 24-01-2022
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El más que efectivo cierre del muy exitoso periplo de Daniel Craig como James Bond.

A Craig se lo ve más duro que nunca, pero se ve claro que es una fachada que esconde una marcada vulnerabilidad (hay escenas en las que está completamente roto, y parece que vaya a enloquecer de rabia, de amor o de lo que sea), en especial ahora que es un simple civil. Muy buena actuación que algunos fans - bastante carcas si me preguntáis, hasta José Mota les dedicó una parodia en el especial de Fin de Año - no han visto con buenos ojos.
Esta vez tenemos tres chicas Bond excelentes: Léa Seydoux retorna como Madelaine, esta vez como ambivalente víctima de su terrible pasado, y entran Lashana Lynch como la sucesora de Bond como 007, Nomi, una joven y competente agente que paga constantemente su inexperiencia y tiene que aguantar las burlas de Bond, aunque se van llevando cada vez mejor. Ana de Armas tiene un lucido papel como Paloma, agente cubana de la CIA, aún más principiante que Nomi, que combina deliberadamente ser una auténtica pava con ser una extraordinaria soldado.
En cuanto a los villanos tenemos por un lado el retorno de Christoph Waltz como un Blofeld a lo Hannibal Lecter: cada vez más demente pero que no ha perdido nada de su astucia. Por el otro a Rami Malek totalmente desequilibrado como Lyutsifer Safin – significativo nombre no, lo siguiente – un psicópata aparentemente frío pero en realidad absolutamente desquiciado en busca de venganza por su familia asesinada por SPECTRE, concretamente por Mr. White, el pérfido “suegro” de Bond.
Vuelven Naomie Harris y Ben Whishaw como Moneypenny y Q (del que descubrimos por primera vez su vida privada, cosa que no vimos de los Q de Desmond Lewellyn ni de John Cleese) y brillan Jeffrey Wright y Ralph Fiennes como Felix Leiter (por su camaradería) y M respectivamente (esto viene a ser el Skyfall de Fiennes: gran parte de la trama se debe a los errores de su administración).

Neal Purvis y Robert Wade vuelven a guionizar la película, pero el director Cary Joji-Fukunaga y la polifacética Phoebe Waller-Bridge hacen importantes aportes. Es una película seria, parca en chistes, incluso crepuscular, pero muy, muy entretenida. En este caso no nos encontramos con acción constante (aunque éstas son espectaculares y el montaje es sublime), sino que hay intercaladas largas secuencias donde la intriga y el drama se combinan – para entendernos, es como “Al servicio secreto de Su Majestad”, película de la que esta bebe bastante, pero al revés: empieza con un estallido imparable de acción y después se va relajando y las escenas de acción se espacian - e incluye unos importantes guiños a películas anteriores de la saga (que, recordemos, están ambientadas en un universo paralelo a esta) e incluso elementos sacados directamente de las novelas de Ian Fleming (en este caso de “Solo se vive dos veces”), que aún hoy día contienen muchas situaciones inéditas en el celuloide. También explora con mucha más profundidad de lo acostumbrado las motivaciones de los personajes.

A nivel técnico es una película que ha apuntado alto y está nominada a un buen puñado de premios. Quizá lo que llama más la atención es la llegada de Hans Zimmer como compositor, con una banda sonora ecléctica al estilo de lo que venían haciendo David Arnold y Thomas Newman y había iniciado John Barry: sonidos sinfónicos, jazz y pop juntos pero sin revolver. Sin embargo, Zimmer también toma prestadas varias piezas de John Barry (leo que el compositor germano adora a Barry y ya lo homenajeó en Johnny English) y las integra en la acción como un a veces conmovedor guiño a los fans. La canción de la jovencísima Billie Ealish logra aquello en lo que fracasó el triste de Sam Smith (pero se ve que a los de la Academia les gustó): capturar el tono de la película sin caer en el patetismo.

Más que resumir aquí la película, resumiré el periplo de Daniel Craig. Puede ser una manera simple de pensar, pero EON, con estas cinco películas, ha hecho lo que no lograron Charley Feldman y Kevin McClory: hacer otro Bond, distinto al que vimos hasta Pierce Brosnan. Toda una minisaga de cinco películas con su propio inicio, nudo y desenlace que discurre en paralelo al cánon bondiano de 1962-2006.
Yo quizá hubiera preferido algo más en plan divertido y de pura acción y risas como SPECTRE, que no es tan buena como peli en general pero es una debilidad personal mía, pero estoy muy satisfecho con lo que he visto, con este cierre y con esta minisaga.

JAMES BOND WILL RETURN.


The Street Fighter: Last Revenge The Street Fighter: Last Revenge 28-09-2021
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¿Pero qué pasa con Tsurugi, tronco? Solo empezar vemos su apartamento, que ya vimos en la primera parte y no era gran cosa, convertido en una especie de batcueva donde nuestro mercenario, convertido aquí en todo un Rollin Hand, guarda su arsenal de trucos.

Y además, para cerrar su trilogía, lo vemos metido hasta el cuello en una trama de corrupción política. Sonny Chiba sigue básicamente imitando a Bruce Lee, pero aquí tenemos un Tsurugi más locuaz, chistoso e incluso – para lo que es él – galante.
Para darle la réplica tenemos a una estupenda Eiko Rike, actriz de destape (en Japón “pink films”) que hace arder la pantalla como su sexy, taimada y totalmente desalmada Ayā Owada, una femme fatale a la máxima potencia (la compararon con la musa de Russ Meyer Tura Satana. Yo creo que Owada es más bella y se destapa más, también pero menos imponente y carismática que la americana. De todas formas, excelente) que constituye a mi juicio el mejor personaje de toda la saga y la única fémina capaz de enamorar a otro desalmado como es Tsurugi.


La trama es simple y algo menos explícitamente violenta – en el sexo, en cambio sí que es la más explícita – que las otras entregas pero la extravagancia de todo lo que la rodea las deja en pura narrativa social: aquí hay mariachis superfuertes que tiran rayos láser, un fiscal (interpretado por el sempiterno secundario Koji Wada) – corrupto, claro - capaz de dejar a Tsurugi en un amateur con su dominio de las variedades okinawenses del karate, aspirantes a Cenicienta… Esto parece 100% un manga de Buronson e Ikegami (fijo que esta saga influyó en ellos).

A nivel técnico me ha parecido que las luchas se desarrollan de manera algo más fluída, y se le da un toque más explícitamente funky a la música. Poco más. Sigue siendo pura serie B Toei, sin especiales alardes.

Desde luego, el director Ozawa se guardó lo mejor para el final y se cierra así, admirablemente, una más que notable saga de pelis de artes marciales japonesas.


Duelo en Karate Duelo en Karate 23-09-2021
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Sonny Chiba está de vuelta como Takuma Tsurugi en esta segunda entrega de su trilogía The Street Fighter, en una historia donde un par de personajes de la anterior entrega también retornan.

A Sonny Chiba le sigue dando por imitar a Bruce Lee, especialmente en las escenas de lucha. Da la sensación de que empieza más comedido, pero conforme avanza la acción empieza a imitar más y más lo inimitable. Creo que siendo él mismo hubiera hecho de esta trilogía un producto aún más memorable.
Con un papel aumentado respecto a la anterior entrega, el maestro de karate Masafumi Suzuki interpreta a Kendō Masaoka, quizá el único hombre del mundo al que Tsurugi admira: en la anterior entrega lo venció limpiamente, y además conoció personalmente su adorado padre. De algún modo, es su conexión con los únicos tiempos en que fue feliz… Así que cuando le encargan eliminarlo, Tsurugi se niega y inicia el conflicto de la película.
El cineasta nipón-quebequés Claude Gagnon es el maloso de turno: un gangster llamado Don Costello que quiere básicamente hacerse con el monopolio mundial del pujante negocio de los dojos. Cuenta para ello con un ejército de expertos en diversas disciplinas y en el uso de armas.

Argumentalmente es una de las pelis más simples que hayáis visto: “Tsurugi sabe demasiado, hay que darle lo suyo”, y el que les da lo suyo es él, que reparte más tortazos que Popeye tras comer espinacas caducadas y ver que hay cola en el retrete. Y eso que le envían a gente de medio mundo y hasta a un viejo conocido de la peli anterior. Que da para un producto muy entretenido, y tanto: parece un videojuego beat em up rollo Streets of Rage o Final Fight, solo que que 15-20 años antes y en modo demo permanente, aunque debe decirse que se abusa de los flashbacks de la anterior. La Toei, como productora de películas de imagen real, tenía unos presupuestos bastante magros, y se nota en cosas como esta de llenar metraje tontamente.

A nivel técnico, pues es lo mismo que la anterior película: espectaculares escenas de acción y ritmo ultra-acelerado, algo de gore sin sentido que da un paradójico toque divertido, y la música… ¿Pues para qué vas a cambiar ese temazo setentero tan pegadizo?

Simple y con bastantes cosas recicladas de la primera parte, opino que el encanto de esta segunda parte de The Street Fighter se encuentra precisamente en dicha simplicidad: Chiba pone su magnetismo (pese a no estar inspirado a nivel de actuación) y el equipo pone acción desenfrenada. Y a gozar, oigan, que el nivelazo se mantiene.


The Street Fighter The Street Fighter 18-09-2021
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Sonny Chiba se ventiló solo en 1974 una trilogía que lo convertiría en un icono internacional. En un mundo viudo de ídolos del cine de artes marciales tras la muerte de Bruce Lee, este alumno aventajado del sensei Mas Oyama (al que interpretó en varias ocasiones) aportó aquí su estilo de lucha contundente (el kyokushin karate, estilo que debo decir que practiqué por un par de años), en combinación con escenas ultraviolentas para su tiempo y unos antihéroes sobrecargados de testosterona como este su Takuma Tsurugi.

Tsurugi es un mercenario amoral y cruel, que cumplirá cualquier cosa por dinero, pero exige que se le respete lo que pide y se le tenga – y se le dé - máxima confianza, o se va a vengar, se sea pobre o rico, honrado o chorizo, hombre o mujer. Lo mínimo, cuatro ostias, lo máximo, hacerte arrepentir de haber nacido. Por este aspecto, goza de cierto sentido de la justicia y además tiene al típico amigo graciosillo-humanizante (Goichi Yamada), por lo que no es totalmente odioso (igual vende a una chica a que no le puede pagar a un yakuza que hace doble juego con las tríadas que salva a otra de las garras de la misma porque los mafiosos chinos traicionaron su confianza, hechos que disparan la trama).
Chiba le da empaque a Tsurugi, pero a ratos da la impresión de que está imitando a Bruce Lee – se pasa de rosca en aspavientos y muecas que en Bruce eran ocasionales: él los hace incluso en escenas sin acción – en lugar de ser él mismo (su Golgo 13 es un ejemplo de Chiba siendo Chiba: más sobrio que el inigualablemente exuberante Lee tanto interpretando como luchando).
Entre los secundarios destacaría sobre todo al actor Rin’ichi Yamamoto como Dingau, un maleante de Kowloon que con todo quizá es el personaje más honorable de toda la película, y al artista marcial Masashi Isibashi, veterano de decenas de series tokusatsu, como el luchador medio chiflao – y la manera en que lo trata Tsurugi no ayuda en este aspecto. Mirad la peli, mirad - Tateki Shikenbaru.

Argumento bastante tópico que combina cine de artes marciales con el de yakuzas, del que saca esa moralidad ambigua de los personajes. Los guionistas Koji Takada y Motohiro Torii eran muy habituales en el segundo y se nota. La acción y la violencia son de puro cine zumbón asiático. Pam, pam, pam… No hay un momento de respiro y el tiempo pasa como una flecha. A parte, Chiba era un prodigio de las artes marciales.
Como defecto, señalaría que la confrontación final es ligeramente anticlimática.

Aún siendo técnicamente algo cutrilla incluso para ese tiempo, esta película introdujo algún hallazgo que han dejado huella en posteriores películas de artes marciales: por ejemplo, los dramáticos cortes de un segundo a cráneos – y otras partes - rompiéndose en plan fatality del Mortal Kombat, ahora muy habituales, parece ser que empezaron aquí.
La banda sonora, encabezada por un pegadizo y guitarrero tema instrumental, corre a cargo de Toshiaki Tsushima, un magnífico pero poco apreciado compositor habitual de la serie B nipona.

En resumen, una película que hubiera sido mucho mejor si Sonny Chiba hubiera sido fiel a si mismo en lugar de imitar [mal] a Bruce Lee, pero él lo compensa con sus habilidades y la película lo hace con su tono descarnado y ultraviolento. Lástima de clímax, por eso.


El libro de la selva El libro de la selva 10-09-2021
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La última película animada estrenada en vida de Walt Disney es un ejemplo del adagio que dice que a veces la suma de las partes es mejor que el global de una película. Este clásico de la animación no tiene visualmente nada que no tuvieran las otras películas que Wolfgang Reitherman dirigiera para Disney desde “101 dálmatas” (esa xerografía guapa) – es más, tiene incluso abundantes secuencias recicladas - pero sí que posee detalles que la hacen muy notable: el que quizá sea el primer gran reparto estelar de voces animadas para unos personajes tan memorables como Baloo, Bagheera, Shere Khan, Kaa, los buitres o el Rey Louie y el que quizá sea el mejor trabajo musical de la carrera de George Bruns y de los hermanos Sherman.

Vamos directos a por las voces. Como él mismo dice, Bruce Reitherman fue Mowgli solo por ser el hijo del director (tampoco lo hace mal), pero el resto del reparto es tremendo: George Sanders, el ‘entertainer’ Phil Harris (en su primer de muchos papeles en la Disney) y el cantante y trompetista Lou Prima como Shere Khan, Baloo y el rey Louie respectivamente tienen papeles brillantes (en el caso de Sanders, es que el tigre incluso se parece a él).
Saltándose el serio libro de Kipling a la torera a indicación de Walt Disney (podéis leer lo que les dijo en “curiosidades”, que tiene miga) el equipo de guionistas liderado por Larry Clemmons crea una historia simple (a veces demasiado: la historia no es más que Mowgli encontrándose con personaje tras personaje, tres o cuatro escenas de tensión y la conclusión) pero cargada de personajes “larger than life”.
Básicamente en estos dos párrafos encontramos la clave de esta película: en el acierto del cásting y en esos personajes y sus interacciones.

La animación en si – con sus buenos momentos de fluidez e incluso brillantez, debe señalarse - no llega a la altura de lo mejor de la Disney: hay escenas enteras recicladas de otras pelis e incluso dentro de la misma película, fotograma por fotograma, síntoma claro de la decadencia de la calidad global de la animación de la casa de los 60 a los 80. Ello da aún más mérito a los otros aspectos que convirtieron esta película en legendaria.
Y otro de ellos es la música: es brillante, para mí quizá la mejor banda sonora de una peli Disney aún hoy día. Hace ya muchos años, la casa del ratón y la música swing fueron casi un hermanamiento, y George Bruns y los hermanos Sherman lo hacen brillar aquí. Canciones pegadizas e inolvidables con casi cada actor de la película recibiendo su momento de gloria, música de fondo muy agradable e impecablemente orquestada… La famosa “Bare Necessities” se llevó una nominación al Oscar (aunque personalmente me gusta mucho más “I Want to be Like You”).

Siempre nos quedará la duda de cómo habría sido esta película con un enfoque algo más próximo a los cuentos selváticos de Rudyard Kipling, pero lo que tenemos es más que notable. Lo dicho al principio: las virtudes de esta película son tan acentuadas que se comen a los defectos que le podamos encontrar.


Plumas de Caballo Plumas de Caballo 28-08-2021
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Creo que se puede decir que estamos ante la antecesora de la magistral “Sopa de ganso”. Corta y sin apenas argumento, es una excusa para que los Marx se dediquen a ametrallar el público a gags, la mayoría de ellos excelentes.

Así pues, Groucho, Harpo, Chico y Zeppo van a lo suyo (lo cual siempre es bueno) mientras Thelma Todd, de nuevo, y el importante actor de Broadway David Landau (que al igual que Todd fallecería prematuramente pocos años después de estrenarse esta película) les dan la réplica. Sí, eso es todo. Pero es más que suficiente.

Y es que el equipo formado por el director Norman McLeod y los guionistas Bert Kalmar, Harry Ruby (que también componen las canciones de la película), S. J. Perelman, y Will B. Johnstone combina viejas rutinas de los Marx (Groucho lo señala en la propia película) con un tremendo sentido del absurdo. Es una anarquía total que solo se repetiría – mejorada – en “Sopa de ganso”: puro vodevil lleno de ingenio y chispa, donde brocha gorda y sutileza se combinan sin hacerse daño.

Una película que me gusta más cada vez que la veo: muchos mis gags de los Marx están aquí aunque después mi mente los situe en otras de sus películas.


Pistoleros de Agua Dulce Pistoleros de Agua Dulce 20-05-2021
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Tras el éxito cosechado por ¨Los cuatro cocos¨ y ¨El confilcto de los Marx¨, adaptaciones de sus propias obras en Broadway, los Marx estaban preparados para otro desafío: afrontar un guion original de cine, cosa que ya habían intentado en 1921 con desastrosos resultados. Y esta vez no fallaron. Bajo la sabia batuta de Norman McLeod y un guion del SJ Perelman, que sabe mantenerse fiel, y de hecho aumenta, el espíritu anárquico de sus obras en la escena y la radio. Así se logró hacer una comedia aún más divertida y surrealista que las anteriores. Hasta Zeppo tiene sus propios gags aquí. Sí que se echa de menos en cambio a ¨la hermana Marx¨, la nunca lo suficientemente valorada Margaret Dumont, sustituída aquí por otra actriz cómica mucho más joven: la malograda belleza rubia Thelma Todd es aquí la mujer rica - la esposa sexualmente frustrada del villano - enamorada de Groucho. Viéndolos ponerse a bailar en momentos random, uno no puede evitar pensar en Gómez y Morticia Adams.

La peli es lo de siempre en esa época dorada de los hermanos: los Marx, polizones en un transatlántico de lujo, van a lo suyo, con Groucho soltando frases divertidas y venenosas, Chico haciendo de pícaro italiano que se hace pasar por tonto y es más inteligente que nadie, Harpo haciendo del surrealismo y el humor absurdo su seña de identidad y Zeppo esta vez con un papel de galante listillo. Como telón de fondo, la escaramuza entre un paternalista y alegre ex-capo de la mafia y un joven y decidido gángster que quiere su territorio.

Más dinámica que las anteriores entregas, y sin numeritos musicales salvo el tema del arpa y el piano, esta peli constituye la introducción al cánon puramente cinematográfico de los Marx, resultando en suma más divertida que las otras dos pelis por el cambio de enfoque. Si tan solo hubiera salido Margaret Dumont...


Luces de la Ciudad Luces de la Ciudad 18-05-2021
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Charles Chaplin coge uno de los argumentos románticos más manidos del mundo y lo rodea de gags clásicos, de puro oficio técnico y de recochineo sobre el clasismo de la sociedad.

Chaplin protagoniza, produce, dirige, escribe y se encarga de la banda sonora. Su actuación como Charlot (o Pequeño Vagabundo), para no variar, es un prodigio de expresiones corporales y faciales dirigidas casi en exclusiva a la risa. Otro cómico veterano, Harry Myers, le da la réplica perfecta como millonario que se emborracha tan terriblemente que se puede decir que tiene una doble vida. Virginia Cherrill, actriz bellísima que se haría inmortal con esta película, es la hermosa violetera ciega, el sueño inalcanzable del siempre quijotesco Charlot. No se puede dudar que la cámara aquí la ama (Chaplin, pues no tanto: se llevaron a matar).

Tozudo como él solo, Chaplin, considerando que el sonido era solo una moda pasajera que jamás podría sustituir a la pantomima, hace una película de enredos planteada para ser 100 % muda y de su estilo: mucho cachondeo y bombardeo de slapstick pero con los sentimientos a flor de piel en los – pocos: esperaba algo ligeramente más serio y sentimental en plan “La quimera del oro”. Por supuesto, el mítico final come aparte - momentos no cómicos y una notable carga satírica.

El perfeccionista cineasta inglés – esta obsesión alargó muchísimo el rodaje - utiliza el sonido tan solo para su música – bastante potable - y los efectos sonoros. También cabe destacar que la escenografía urbana esta casi íntegramente construída en estudio, río incluído.

Grandérrima comedia con los toques sentimentales de Chaplin que se ha ganado montones de aclamaciones y vitoreos. ¿La cumbre de su arte? Personalmente creo que aún no: esto era solo el principio del Chaplin de los años 30. La mordacidad y maestría del cineasta británico solo iría en aumento en sus otras dos obras de la década.


Parker Parker 18-05-2021
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…Y en 2013, al fin, el Parker de Donald E. Westlake (alias Richard Stark) consiguió una peli bajo su nombre. El afamado caco se puso bajo los rasgos de la estrella inglesa del cine de acción Jason Statham en esta adaptación de la novela “Fireflash”.

Statham crea un Parker con valores y don de gentes, más próximo al de Michel Constantin, Jim Brown o Peter Coyote que a la fuerza destructora y vil (pero con la que es fácil identificarse) de Lee Marvin o Mel Gibson, pero sigue siendo en el fondo un tipo duro e implacable, siempre dispuesto a dar el gran golpe y que no perdona ni la traición ni el tener víctimas inocentes bajo su conciencia. EN ESPECIAL LO PRIMERO. La principal diferencia con otros reside en que este Parker es un inglés residente en EE.UU., aunque no se le da importancia al tema y parece hecho solo para adaptar el acento natural de Statham a la película.
Acompañan a Statham nombres como Jennifer López (una pena porque le dan un personaje muy divertido, pero ella es muy sosainas) y el siempre imprevisible Nick Nolte (que sea gloria u horror depende de la película) como “padrino” y ayudante de Parker. Las estrellas de la tele Michael Chiklis y Wendell Pierce completan el reparto principal como parte de la banda de mafiosos que engaña y traiciona al prota.

Tras las cámaras, el veterano Taylor Hackford dirige una película de argumento similar a “A quemarropa” y “Payback”: escrita por John J. McLaughlin (no confundir con el músico: es el guionista de “Cisne negro” y “Hitchcock” entre otras) nos muestra otra vez a un Parker que al contrario que otros antihéroes antepone el interés pecuniario a la venganza - aunque los malos son unos masocas y parece que quieran que les haga daño - lo que lo hace un personaje muy interesante. Entre medio, flashbacks, bastante acción y violencia (que es al fin y al cabo lo que hemos venido a buscar) y algún chiste malo.

A nivel técnico no es una película que destaque especialmente ni necesita hacerlo. Sí quizá sea el Parker más espectacular a nivel de tiros, explosiones y sangre, pero en comparación con millares de pelis de acción de los últimos 50 años, pues…

En resumidas cuentas, otra decentísima aportación a una no-franquicia, la de los ¨Parkers¨, que lleva 55 años dando buen producto y que, espero, se vea aumentada en el futuro.


Slayground Slayground 14-05-2021
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Otro Parker de Donald E. Westlake (alias Richard Stark) llevado a la gran pantalla esta vez llamado Stone, en una producción británica de serie B de parte de la Thorn-EMI, auténtica máquina de sacar pelis 100% de videoclub en aquellos tiempos, sobretodo como distribuidora.

Un Peter Coyote que en esa época no paraba sacar una peli tras otra fuera serie B o gran superproducción está correcto como el Stone en cuestión, que sea en un pueblo remoto de EE.UU. o en la animada pero decadente ciudad inglesa de Blackpool, siempre está dispuesto – como buen Parker – a dar un buen golpe, sin compasión. A menos que pille algún inocente en medio. Y encima de tener que vivir con el remordimiento, tiene a la poderosa familia de éstos tras su flaco culo por medio de un excéntrico asesino profesional. Para colmo de males, Stone no es una especie de supercriminal como los otros Parkers, sino más bien un ratero común con aspiraciones, lo que lo hace muy vulnerable, más aún cuando una grave herida lo convierte en un yonqui que debe consumir morfina y analgésicos para mantenerse en pie.

Terry Bedford, un antiguo colaborador de Monty Python, dirige esta película neo-noir con una tópica ambientación tétrica y de colores fríos, más propia de slasher – no solo eso: hay incluso algunos sustos tipo slasher - que de cine negro. Trevor Preston, experto en esos noirs y policíacos ingleses que casi resultan un subgénero en si mismo como el giallo y el polizzesco, adapta a la pantalla la novela del mismo título. El ritmo es bastante frenético y la película es corta, pero por desgracia – y debido a esta corta duración - el final resulta muy pero que muy precipitado, dejando muchos cabos sueltos.

Técnicamente, pues lo dicho en el anterior párrafo: todo muy ochentero, muy tipo slasher y muy serie B, incluída esa estridente música de sintetizador que parece sacada de un videojuego rollo Clock Tower. Cabe apuntar que algunos de los cadáveres que va dejando el sádico profesional son muy cutres: básicamente son maniquíes de supermercado (eso sí, el primero de todos pega sustillo por lo antinatural).

Mejor de lo esperado: mezclando a Parker, que garantiza siempre thrillers neo-noir con bastante acción, con clichés salidos del slasher y estética ochentera se logra una película nada original, muy corta (no llega a 90 minutos) pero bastante distraída. Enlazando con el principio de la crítica, pura carne videoclubera.


La Organización Criminal La Organización Criminal 16-03-2021
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Pues sí, es otra película basada en las aventuras – en concreto de la novela “The Outfit” - del facineroso Parker de Donald E. Westlake, y por lo que parece una que es muy reivindicada en círculos académicos cinematográficos. El Parker de esta peli se llama Earl Macklin y toma los rasgos del excelente Robert Duvall.

El Macklin de Duvall es estupendo y a nivel interpretativo está allí-allí con los “Parkers” de Lee Marvin o Mel Gibson: amoral, inquietante, violento, vengativo (la Organización del título mató a su hermano), pesetero, manipulador, vacilón, con un retorcido sentido del honor pero que al contrario del original tiene varios seres queridos y a ratos resulta hasta afable. Duvall da lo mejor de si mismo en una de las pocas películas donde lo tenemos como protagonista absoluto.
Lo acompaña y está más que a la altura Karen Black como la sufrida Bett Harrow, esposa de Macklin. Black va toda la película con cara de cordero degollado, y con razón porque la pobre las pasa putas, pero al mismo tiempo es una aliada impresionante que sabe estar a la altura en las situaciones más extremas.
Joe Don Baker en uno de sus muchos papeles de duro de esa época como amigo y cómplice de Macklin, Robert Ryan en una de sus últimas actuaciones como jefe de la Organización del título o el siniestro Timothy Carey – habitual en las primeras películas de Kubrick – completan el sólido reparto.
Aparición estelar de Jane Greer, una de las grandes damas del noir clásico, en su retorno a la actuación tras un hiatus de ocho años, como la madre de los hermanos Macklin. Tipa dura, pero que quiere a sus retoños.

La historia, a cargo de, propio director John Flynn, es puro neo-noir, con diálogos ágiles, respuestas vacilonas, breves pero buenas escenas de acción. El ritmo es más bien lento, pero en contrapartida, es una película cuyo interés no decae en ningún momento.

Muy destacable, en general, la sórdida ambientación (sets – todos aparentemente en exteriores -, fotografía, uso del color… Todo aporta), sumada a la banda sonora – con sorprendentes toques pop - del compositor Jerry Fielding, que era un experto en poner mal cuerpo sin dejar de ser un creador de belleza sonora.

Para los tl;dr, tenemos aquí, en resumidas cuentas, un estupendo y semiolvidado thriller criminal que merece su buena fama.


El Reparto El Reparto 21-02-2021
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Tras “A Quemarropa”, Irwin Winkler y Robert Chartoff vuelven a producir esta cuarta adaptación de las aventuras del inefable Parker – aquí llamado McClain - de Donald E. Westlake, hecha para lucimiento del recientemente retirado del fútbol americano Jim Brown en el papel protagonista. Está basada en la novela “The Seventh”.

El apuesto as de la NFL da muy bien el tipo Parker físicamente y a nivel de gestualidad: muy machote, duro, intimidador e incluso bastante sádico incluso cuando está de buenas (disfruta como un enano cuando atenta contra los futuros miembros de su banda por tal de ponerlos a prueba), pero con un toque sentimental aunque siga tratando a la otra gente, especialmente mujeres, como peones en sus operaciones. En las escenas de acción se el tío se sale: no está mal para su segunda peli como prota. Viene muy bien petrechado con nombres de futuras y presentes estrellas del cine del calibre de sus compañeros de reparto en “Doce del patíbulo” Ernest Borgnine (Clinger, el músculo de la banda de McClain) y Donald Sutherland en su debut en Hollywood (Negli, el algo narcicista y chiflado – bueno, es Donald Sutherland, ¿no? - pistolero de la banda); las estrellas de Broadway y la tele Diahann Carroll (que además de ser preciosa supura tristeza y una mal disimulada fragilidad como la única mujer por la que McClain debe sentir algo: Ellie, su pobre esposa), Jack Klugman (Kifka, chófer de la banda), y Julie Harris (muy bien como Gladys, cerebro y paganini de la banda), el entonces ascendente Gene Hackman (como un detective chusquero que establece una forzada y no deseada alianza con McClain en los minutos finales de la peli) o el secundario de lujo Warren Oates (Gough, el revientacajas racista y asmático. Sus momentos de tensión son de lo mejor de la peli). La banda de McClain consigue ejecutar un golpetazo pero la aparición de un aspirante a chantajista sádico, demente y necrófilo (James Whitmore) hace que todos los miembros se vuelvan contra él.

El escocés Gordon Flemyng, célebre entre los fans del Dr. Who por sus dos películas de cine con el personaje, dirige, y escribe Robert Sabaroff, especialmente recordado por guionizar varios episodios de Star Trek. Ambos crean un producto con una sola pretensión: darle al público acción y suspense por un tubo. Y tenemos ambos, vaya que sí: a ratos, el ritmo es frenético en las escenas de acción, que, grandes alardes, están notablemente realizadas. Las del atraco son pausadas, con el toque justo de comedia para compensar la tensión. El reparto, además, parece pasarlo pipa.

Lo mejor a un nivel más técnico, es, sin duda, la banda sonora a cargo del grandérrimo Quincy Jones: soul y jazz se entremezclan con piezas ejecutadas por invitados del calibre del teclista Billy Preston.

Para nada una obra maestra del cine, pero una película muy decente, entretenida, meritoria y con un reparto excelente. Yo que vosotros me la vería.


Death on the Run Death on the Run 16-02-2021
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Eurospy a prori atractivo: dirige y co-escribe Sergio Corbucci y protagonizan la estrella de la tele americana Ty Hardin, el siempre bienvenido Michael Rennie y el inefable Gordon Mitchell. Además, tiene el detalle añadido de ser una de las películas que supuestamente protagonizó Cliff Booth, el personaje de Leo DiCaprio en “Érase una vez en Hollywood”.

Como es habitual en estas películas, el reparto va con el piloto automático: Hardin encaja bien como protagonista. Su Jason es un granuja simpático y fortachón que vive el acoso del que es objeto por parte de los varios bandos de esta película con una sonrisa socarrona. Un hecho terrible que pasa a media película lo conmina a buscar venganza contra todas las partes, pero el carácter no le cambia. Sin más.
Michael Rennie se limita a cubrir expediente como un veterano y liante agente del MI5, y Gordon Mitchell pone su intimidador físico al Albanés, un villano despiadado y sádico para quien el fin justifica todo medio.

Corbucci da lo que se le exige: acción, acción, acción. Los tiroteos, persecuciones y mamporros están a la orden del día y hay escasos momentos de respiro. La parte mala es que los personajes femeninos están mal definidos y son meros objetos. Demasié incluso para ese tiempo.

Técnicamente es una película aseada, pero la versión que he visto en principio está doblada fatalmente al inglés con escenas donde directamente se cortan frases, dejándonos a medias, y ello afecta la percepción final de la película. Tal es así que antes de la media hora de película he pasado a ver el original italiano, mucho más competente. Mención especial a la estupenda secuencia de créditos finales – iniciales en la versión americana - 100 % imitación italiana de Maurice Binder (véase, por ejemplo, “El bueno, el feo y el malo”).

Relleno de sesión doble entretenido y profesional.


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