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Al igual que su primera parte, esta secuela termina entreteniendo de manera firme y consistente. Whoopi vuelve a salirse como la hermana Clarence que en esta ocasión se mete de profesora de canto en un aula donde sus alumnos pasan de todo y le ponen las cosas difíciles, menos mal que ella con su buena mano los endereza y le aportan el incentivo necesario para que resurjan de su pasotismo haciéndoles participar en un concurso de música. Las canciones siguen siendo molonas, las monjas hacen buen trabajo y el ritmo es el adecuado.

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