Buscador de sombras / La luna quieta
(Javier Negrete)

por Javier Bocadulce
Puntos: 8

Hace muchos años me dejé engatusar por un mero título: "La espada de fuego".Confieso que esperaba poco más que una amalgama de tópicos de la fantasía épica. La sinopsis contribuyó a despejar mis dudas y a decidirme por su compra.. Aquello me prometía aventuras deslumbrantes que estuve lejos de creer en un principio. Pero fue no sólo así, sino que Javier Negrete, desde entonces, se convirtió en un imprescindible en mi biblioteca. Su variedad de registros - desde el fantasy a la literatura erótica, pasando por la fantasía épica, de la que es uno de los mejores exponentes europeos y me atrevería a juzgar que mundial- le lleva a especular incluso con el ensayo de connotaciones clásicas sin adormecerlo ni dispersalo, gracias a sus considerables y profundos conocimientos del mundo antiguo, ya que lleva dos décadas como profesor de griego en Plasencia. Esta capacidad le permite usar sus datos con un control alejado del frío academicismo, para sacarles el máximo partido de cara a la acción frenética que caracteriza sus obras, dotadas de un asombroso realismo.

Pero Javier Negrete tampoco se esconde de la crudeza, y ha hecho sus pinitos en lo sobrenatural y en la ciencia ficción:" Buscadores de sombras y La luna quieta", son dos novelas cortas, muy largas en genialidad y de buena argumentación, que resultan de lo más sugerente para reseñar. La editorial Minotauro, tan mimosa con los autores españoles, nos permite encontrarnos con un grande oculto, aunque supongo que por poco tiempo, pues cada vez resulta más celebrado.

En "Buscadores de sombras", fechada en 2002, Negrete disecciona la problemática de una sociedad futura, acosada por una enfermedad letal, que se manifiesta a través de los sueños de las víctimas; con el tiempo, los investigadores crearon un aparato con la forma de un casco que, permitiendo dormir, inhibía los sueños: el anóneiros.

El doctor Rojo es enviado por una embajada española para tratar de sacar del corredor de la muerte al eminente científico Alvaro Carreño, hombre que responde al arquetípico aspecto frágil del investigador entregado a sus sueños, autor confeso sin embargo del asesinato de su esposa, aunque sólo a medias, pues niega que el cadáver sea "exactamente" su mujer.

Tengo la sensación de que el título esconde una segunda intención por parte de Negrete: el hombre y, por extensión en este caso, el escritor , guardan en sí una necesidad insoslayable, la de desvelar lo oculto; uno necesita conocerlo todo, pero ello conlleva peligros...lo oscuro no sólo delimita lo conocido y lo ignoto. También marca lo negativo que arrastra el adjetivo cuando se percibe en el alma del hombre. Hay, pues, un carácter ambivalente en lo oscuro: lo negativo y también lo atractivo. La contemplación de lo oscuro lleva a la locura y a la muerte, pero su atracción resulta irremediable. Es el castigo al pecado de ansia de conocimiento.

Negrete, enamorado del mundo clásico, trata tal vez de incidir en esos mitos que enfrentaban la osadía del hombre al poder mayúsculo de los dioses. ¿Qué eran sino sueños del hombre para explicar las cuitas de su existencia? En "Buscadores de sombras", unos entes de otro universo utilizan al hombre a través de sus sueños. Pero hay algo más. Existe un enfrentamiento entre los hombres y su racionalidad. Cuando las normas se someten a un juicio imprevisto y pueden salir dañadas, la locura puede hacer tambalearse a un cerebro ordenado y riguroso, la normalidad asentada en precario se siente amenazada y negará lo evidente.

La trama de esta novela corta esconde giros sorprendentes que deberán ser desvelados por el lector. Ahondar más en las exquisiteces de sus recovecos sería revelar demasiado. Desde luego, constituye un tierno bocado para paladares exigentes.

En 1991, Javier Negrete afronta la escritura de un relato intrigante: "La luna quieta". La presentación de la narración contrapone el concepto siniestro y extraño de un lugar que nuestros prejuicios no dudarán en anticipar - un sanatorio mental - con lo apacible del ambiente que lo rodea y lo compone. Hay que destacar la extraña habilidad de Negrete para inquietar al lector partiendo siempre "in media res", otorgando a las dudas del personaje la especial función de intrigar sobre lo que puede estar sucediendo. Así, el personaje principal surge en las primeras líneas caracterizado por una normalidad sorprendente para encontrarse dentro de un manicomio, visto como un lugar de reposo para personas que se nos ofrecen casi como los sanos integrantes de una comunidad de vecinos, con sus pequeñas tiranteces dentro de un ambiente diríase que cordial: Alberto, el treintañero protagonista, es una persona educada y cordial; Silvia, joven, guapa, frágil...tal vez responda a los halagos enamoradizos de Alberto; Elvira es una señora madura con aires de grandeza; Satur, un cuarentón de espíritu jovial; Luisa, una amable profesora de Literatura; Don Mauro, un viejo estirado, y Aguado, un pianista más o menos famoso. Todos forman una especie de familia dentro del sanatorio. Un ejemplo de complacencia en la amabilidad que, no obstante, a Alberto, a veces le resulta extraño y artificial. Pero irrumpe Miguel en el sanatorio: un joven macarra, maleducado, con el que surge un deterioro en la comunidad, acompañado de algo más, intrigante y relacionado con su presencia...

La presentación tan apacible que Negrete realiza del edificio y su entorno es tan amable que, como lectores, no reparamos más que en el avance parsimonioso de la lectura que nos presenta a unos internos que, efectivamente, son como una gran familia. Pero, si están internados en el psiquiátrico...¿por qué son personas tan razonables? ¿Por qué no aparecen los médicos en la acción? Negrete nos lleva por donde él quería. Como lectores no echamos de menos a los médicos, porque no se presenta a los pacientes como seres desquiciados hasta el momento en que el mundo de los "internos" sufre una alteración con la llegada de Miguel. Su desagradable e inquietante presencia hace que los personajes busquen al personal médico, al que tampoco habían echado de menos hasta entonces. Y...claro, no lo encuentran porque no hay médicos.

En realidad, los "habitantes" del edificio no saben por qué están allí, ni siquiera si se trata de un psiquiátrico o no. Sólo ejecutan, día tras día, un discurrir de ¿horas? juntos y sin plantearse el mañana. Nadie recuerda nada del espacio de tiempo transcurrido entre su vida social, normal, diaria y el momento en que empezaron a residir en el edificio de marras. Casi todos recordaban haber tenido alguna dolencia, pero confiesan sentirse muy bien en el momento actual. Nadie sabe tampoco de dónde sale la comida, ni el motivo que justifique que parezcan estar allí solos.

Es el momento en que los personajes se percatan del surrealismo que les rodea, el instante en que la "locura", lo irracional empieza a atenazarles. ¿ O no es un desequilibrio de sus mentes? Negrete arma un entramado sobrenatural a partir de entonces en el que despliega no sólo sus conocimientos de la mitología clásica, sino su amor desmedido por la misma, convirtiendo a su protagonista principal, Alberto, en un nuevo Ulises, que se aferra a la cordura, niega lo que parece una tragedia evidente, y se enfrenta a Dios o a los dioses, qué más da...una simbología que evidencia la eterna lucha del hombre contra su destino, como lo es la del escritor contra la perversión de la hoja en blanco; que no escatima esfuerzos ante la ausencia de la inspiración, porque la grandeza del hombre se mide por su rebeldía.

Estamos ante un coloso de nuestras letras, un grande de la literatura de género que no se pliega a condiciones; versátil y profundo, interesante y necesario en la biblioteca de cualquier amante del fantástico.

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