Cuando Susana Llora
(J. J. Castillo)

por Javier Bocadulce
Puntos: 7

Aunque alguno abra los ojos desmesuradamente ante lo que voy a comentar, que tiene ecos de desequilibrio mental por mi parte , y sé perfectamente que ninguna relación puede hallarse…desde un principio, esta novela se plantó en seco ante mi imaginación – sin darme motivos evidentes - como una especie de remedo de la clásica resistencia numantina que ofrecieran los atrincheramientos militares americanos, aquellos fuertes de las películas polvorientas del Oeste, que les defendían del asedio de los indios. Aquí, son un puñado de supervivientes de un pueblo, encerrados ante la amenaza zombie.

En una sucesión de flashbacks al estilo de Stephen King, Castillo estructura la novela en episodios encabezados cada uno de ellos por el nombre – o la situación concreta de la colectividad – de uno de los supervivientes, a modo de epígrafe. Este recurso es una especie de seda con la que nos engatusa y envuelve en la tela de araña que supone la inquietante historia que tan magistralmente propone Castillo, sin desorientarnos, convirtiéndonos en presas anhelantes de sentirse parte del alimento de esta novela.

Se despliega ante nosotros un brillante análisis del comportamiento humano, si lo extrapolamos a cualquier situación límite: nada importa ante lo desesperante de la supervivencia; hay verdades sobre las que dudar y ciertas convicciones aparentemente sólidas que se pondrán a prueba, como el amor infinito a un padre, a una madre o a un hijo, si uno de éstos deja – por motivos tan “nimios� como transformarse en un muerto caminante – de ostentar ese privilegio familiar. Las situaciones límite muestran nuestro aspecto más animal , conducido –eso sí – a través de la desesperación, pero con el apoyo de nuestra asustada inteligencia. No sería muy distinto del caótico colapso que produjo, en la vida real, en la sociedad americana del primer tercio del siglo XX, la emisión radiofónica – tomada por los oyentes como un hecho verídico y contemporáneo – de un programa dirigido por Orson Wells, que narraba la invasión de nuestro mundo por las especies alienígenas y que no era, en realidad, más que la interpretación, a través de las ondas, del texto de la novela “La guerra de los mundos�.

En cuanto al dibujo de los personajes, éstos fluctúan al ritmo sincopado que impone Castillo, de modo que en un momento dado los creemos protagonistas, y al poco se diluyen en el desamparo de su propia muerte. Hay momentos para lo bizarro, como la creación de un personaje que es un feto zombie agresivo a más no poder; o tiene cabida para el surrealismo, con la figura de un joven que, tras ser atropellado, se transforma en algo así como un médium, a través del cual los muertos pueden comunicarse con sus propias y desmayadas voces de ultratumba. Y, por supuesto, el personaje principal de la obra: la niña bebé que, cual alarma conectada las veinticuatro horas, anuncia con su llanto la inminencia de una nueva amenaza zombie sobre el recinto amurallado. En definitiva, es un canto a la desesperanza; lo de menos es el motivo que haya propiciado el desastre: lo que importa es que, a cada momento, por muchos que sean eliminados, los muertos renacen con mayor virulencia, encaminados a dominar un destino marcado mucho tiempo atrás.

Por supuesto, esta obra no está exenta de fallos. Su origen, incierto. Tal vez, errores tipográficos, pues la acentuación peca de precisión en determinadas fases. Algún fallo de expresión semántica cuyo enderezamiento, imagino, no entra dentro del sueldo del corrector (Ej: “Escuchad, con atención, porque sólo lo repetiré una vez “; supongo que habrá querido escribir: “sólo lo diré una vez�, por pura lógica). Y algo que se repite en demasía en nuestra literatura: confundir “desecho�, del verbo DESECHAR, con “deshecho�, participio del verbo DESHACER.

Al margen de esta pequeña acotación a manera de tironcillo de orejas, hay que destacar el auténtico “boom� zombi en nuestro país. Surgen, como “come carnes�, autores españoles nuevos que irrumpen con ímpetu en el segmento narrativo de terror, ubicado en la temática de los muertos vivientes. Hoy en día es un ámbito muy proclive a generar expectativas inmediatas. Muchos de estos escritores están revelando una innegable clase, al menos en este subgénero. Cabe preguntarse si, saliéndose de esta apetecible bruma mediática, estos jóvenes autores obtendrían tan rotundo éxito en el caso de abordar otros aspectos de la literatura de terror. Eso espero; pero ,en cualquier caso, al menos podrá separarse el grano de la paja.

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