Zombi D`Or, ciudad de vacaciones
(Fernando Polanco)

por Javier Bocadulce
Puntos: 7

Zombi D`Or, ciudad de vacaciones, es una novela de 212 páginas más unas cuantas de sentidos agradecimientos por el autor, Fernando Polanco, amante del cine y novel escritor en quien ha confiado ediciones Kiwi, una joven editorial que apuesta por los nuevos talentos.

Bueno...pero, ¿será algo más? Por supuesto. Una atractiva imagen de portada, elaborada por Miguel Roselló, nos augura una historia que no precisa explicación. Al menos, sobre sus orígenes. Así lo ha decidido Fernando Polanco, que introduce en la narración una serie de personajes corales para rodear a un trío principal y amoroso, extraído descaradamente - quizás- de la iconografía adolescente o universitaria americana: el estúpido macarra - tal vez, no tanto-: su maravillosa y ortopédica compañera de amorío, barbie rubia; y la friki que practica el autoaislamiento social como deporte favorito, porque la sociedad no es algo que vaya con ella ni con sus gustos, pero que, inconcebiblemente, está perdidamente enamorada del macarra. Ella es más de conflictos estelares y asuntos por el estilo.

Leia, la protagonista- quisieron que se llamara como el personaje de Star Wars, pero el empleado de turno le bailó una letra, para mayor mofa - es, por confabulación con su nombre, una fanática de la saga de la guerra de las galaxias, y habrá de aplicarse el cuento para enfrentarse a una horda de viejos desdentados con una hambruna eterna, en una guerra "zombie" inesperada y "provocada" por ella misma, a raíz de una lamentable metedura de pata- a juicio, claro está, de sus desalmados e indiferentes académicamente hablando, compañeros de pupitre-. Vaya síndrome de culpabilidad...

Leia será, por una desgraciada casualidad, la que decida el destino vacacional del grupo de estudiantes alterados por las hormonas, para el viaje de fin de curso. El destino es horrendo. Irán- como parodia de un conocido destino turístico, famoso por encarnar el símbolo de la relajación por antonomasia, amparado en su clientela habitual, anclada en la ancianidad- a Bahía D`Or, ciudad de vacaciones. Lo que allí encuentren será algo más movidito de lo que esperan...

Tenemos ante nosotros una novela despreocupada por una posible trascendencia de los hechos. Es un producto anti-prejuicios. Los zombies son más lentos que un lunes de resaca en un trabajo indeseado. Mueren -cuando lo hacen- despedazados, sí; pero con una comicidad que nos sugiere una distorsión que nos aleja de la realidad posible dentro de una historia ilógica.

Las escenas son muy gráficas. Se diría que el relato se ha construido yendo de la imagen a la palabra, casi sin pensar en ésta más que como un asidero de chiste continuado, si bien muy ingenioso. En este tipo de narrativa, se hace imprescindible un ritmo muy "vivo". Y, a fe mía, lo consigue con creces.

Ciertamente, mientras uno se enfrenta a esta lectura, no sabe muy bien si vomitar de asco o seguir relinchando de risa mientras mastica sus propias arcadas. Hay un distanciamiento feroz de la lógica para un caso como el relatado, buscando un efecto cómico en situaciones que deberían causar, como mínimo, sendos ataques de pánico y de llanto. Tanto es así que, en una visión superficial, deberíamos encontrarle algún que otro "pero": la abuela de la protagonista no es en absoluto creíble, es una especie de Terminator de la tercera edad, que localiza absurdos signos positivos, de forma incongruente, en situaciones que debieran causarle una congoja insufrible. Y se queda tan contenta, con una sonrisa desbordante, como si nada. Y, pienso, obedece todo a una necesidad: la de crear una historia que obstinadamente busca un talante óptico, que saque la risa de donde no puede haberla. Una historia sin historia, pero con mucho meollo. Increíble, ¿no?

No obstante, creo que se trata de una novela que, si bien puede tomarse como un producto de lectura ligera, apenas destinada a consumirse de un tirón- porque ritmo tiene más que una salsa -, como una mera distracción...se merecería una segunda lectura para indagar en su profundidad de imágenes cómicas, en sus atinadas y desternillantes descripciones que implican, a su vez, que deba reconocerse un talento innato para la escritura en el autor.

Sí, una novela de zombies, claro. Pero, ¿por qué no iba a estar inspirada en la realidad? Los compañeros de Leia son adolescentes, sin rumbo fijo, actúan como un rebaño presionando al que es diferente de esa masa sin cerebro a la que pertenecen...Si se convierten en zombies, apenas cambiará su realidad.

Al margen de las múltiples referencias palpables a la cultura popular, se me quedó grabada una imagen que, en principio, tan sólo estimé esperpéntica. Es una escena subyugadora, nacida de una acción humillante. Leia es sometida por sus compañeros de clase a un escarmiento ejemplar por su vinculación con tan aburrido designio vacacional. La pillan descuidada con su equipaje, y la encierran de golpe en el maletero del autobús. Al cabo de un rato, ella encuentra un lugar por el que acceder al interior del vehículo: una tubería que conduce directamente a los servicios, más exactamente a la nauseabunda entrada a través del inodoro. Dejando a un lado la inverosimilitud de que un cuerpo como el de una adolescente atraviese la taza de un wáter, ella lo consigue con un esfuerzo sobrehumano, condecorándose en su acción con un manto de inmundicias fecales. A mí, esto me recuerda muchísimo a la escena que en "Carrie", de Stephen King, lleva a la protagonista a la comisión de sus famosísimos actos de venganza.

Entiendo que es una interpretación arriesgada, pero me vino a las mientes como un flash, potente y brillante. La simple duda que ofrece, me lleva a considerar una relectura del texto, algo necesario que descarte la primera sensación de "superficialidad" en el contexto de la historia que, presumo, forma parte del gran sentido del humor de su creador.

Para finalizar, yo diría: Zombi D`Or, ciudad de vacaciones. Léame.

Inicio » Libros » Análisis » Zombi D`Or, ciudad de vacaciones