Cinco Tumbas sin Lápida
(Tony Jiménez)

por Javier Bocadulce
Puntos: 8

A veces, uno tiene el férreo convencimiento de que, al manejar palabras con la inmediatez correcta y una soltura aceptable, yuxtaponiéndolas para originar párrafos de factura intachable que confluyan en un organismo casi vivo, como es el objeto literario, con eso ya hizo méritos suficientes para creerse escritor.

A veces, uno opina - prejuzgando - que tal o cual advenedizo creador no recorrerá mucho terreno más allá de sus relatos breves; ésos que te llamaron la atención, pero que no dejaste de concebir más que como un vano intento de medrar sin éxito dentro de un oficio tan riguroso e inclemente cual es el de la escritura profesional.

Y a veces - tal vez, casi siempre -, vano crítico, te equivocas de medio a medio. Y te alegras de haber errado.

Tuve el privilegio de leer en fechas recientes, estos últimos años, algunos relatos de Tony Jiménez, participante en el certamen literario organizado por Abandomoviez dentro de los actos del FANTER. Y si este hombre no alcanzó la gloria de recibir alguno de esos premios, fue porque - tal vez - el jurad, viendo sus grandes posibilidades, deseaba algo más de lo mostrado: todo apuntaba a que Tony es un gran escritor, y el jurado ambicionaba que exprimiera más su intelecto. ¿Sería capaz de ello?

La actualidad refleja el augurio de un éxito rotundo. Creo haber terminado de leer uno de los mejores productos del género con los que me haya topado en los últimos diez años. Juntar letras para confeccionar una historia brillante, constituye el reiterado anhelo de cualquier amante de las letras que haya entrenado alguna vez sus habilidades creativas con tímidos relatos cortos. Y es que el envolvente germen de calidad entrevisto en la obra breve de Tony Jiménez se consolida con solvencia en la presentación de su primera novela, un valiente ejercicio a la vez que un arrebatador guiño de complicidad hacia la narrativa de Stephen King, así como una reverencia al espectáculo cinematográfico que supuso la saga de EVIL DEAD.

Y no se trata tan sólo de que el pueblo en el que se desarrollan los hechos nos recuerde sin rodeos a las localidades estrella de Tito King; ni siquiera por las frecuentes menciones a apellidos relacionados con su narrativa o incluso con el medio seudónimo con que su propio hijo, Joe Hill, se hizo conocer en el mundillo literario; ni siquiera porque el protagonista de CINCO TUMBAS SIN L�PIDA lleve por apellido el mismo que el actor protagonista de Evil Dead, CAMPBELL. No. La devoción por el genio de Maine le lleva a sacar el máximo rendimiento a su propia calidad literaria, inspirándose con magistral acierto, creando a un protagonista escritor - típico de King - que regresa de la ciudad para combatir sus fantasmas personales y concluir su última novela; inventándose a un personaje como la figura del sheriff de pueblo: un paleto prepotente, egocéntrico, testarudo, sagaz no obstante, y no malvado del todo. Porque Tony Jiménez ha demostrado desenvolverse como una anguila en el agua, revolcando esquirlas de distintos géneros- amatorio, emocional, terrorífico, gore, suspense... - en una mezcla que unifica y no malogra el producto resultante. Personajes torturados por su propio pasado y por sus miserias, atenazados por la lúgubre presencia de un bosque siniestro, de aspecto enfermizo, en el que la oscuridad es un protagonista más, envolvente, no sólo un mero detalle típico en una novela de terror. Porque crea unos zombies no sólo resultones y diferentes, sino que los caracteriza de una maldad tan humana y creíble que los convierte en auténticos protagonistas inesperados. Porque, por momentos, crees estar leyendo a King; pero no sólo a King: al mejor King.

Tony se dirige con inusual acierto, insinúa más que asevera, construye una atmósfera opresiva vinculada al extrañamiento que produce la intriga construida alrededor del comportamiento de Campbell. El escritor huido ocho meses antes, obligado a marcharse tras ser el gran sospechoso de la desaparición de cinco forajidos - los que asesinaron a su amada esposa -, decide regresar al pueblo que le viera nacer, en el que apenas unos cuantos residentes le acogen con agrado. Nadie le perdona que pueda ser el asesino de los cinco criminales, lo que al lector comienza a intrigar; no en vano, Campbell habría hecho lo que se esperaría de cualquier otro a quien de forma canalla asesinaran a un miembro de su familia. ¿Por qué, entonces, casi el pueblo entero le acusa con el dedo?

La venganza es el hilo conductor de una novela que no cede el paso. En realidad, es una aventura sobre el regreso. Un retorno a los sentimientos escondidos, a su brillo inconstante: el odio, el amor, el recelo, la culpa, la sospecha y la venganza...con las oportunas herramientas: navajas, hachas, miradas pervertidas y obscenas, zombies...Todo puede hacer daño, incluso las murmuraciones. Shelter Mountain es ese pequeño pueblo donde nunca sucede nada digno de contar, pero donde, a la vez, ocurre todo. Porque cerca de ese aburrimiento mortal que le caracteriza, cerca de ese lugar con apenas delincuencia, se encuentra el más lúgubre de los escenarios posibles: el bosque, el lago, el espacio recolector de gastadas y nuevas leyendas, surrealistas y macabras, como ocurría con el viejo Maine...

Tony Jiménez se lanza con una historia que le refleja como un mago del ritmo y del manejo de la intriga. Un único fallo, tal vez: en sus páginas iniciales, se nota una leve puerilidad en el manejo del idioma; aunque, supongo, fueron los nervios de primerizo, pues acaba puliendo esas pequeñas impurezas, y nos sumerge de lleno en su imperio imaginativo.

CINCO TUMBAS SIN L�PIDA lo tiene todo: Una historia de tensión en la que el protagonista sufre para ser reincorporado al juego. El pertenece a Shelter Mountain, pero el pacato pueblo prejuzga su personalidad y le culpa de los continuados crímenes que se vienen sucediendo desde su regreso, y que ha ido privando a la localidad de sus habitantes más estimados, curiosamente, muy vinculados afectivamente con Campbell. Unos personajes interiorizados, con peso, que huyen de un papel de mero relleno, para convertirse en piezas fundamentales en la acción. Más terror psicológico en la primera mitad de la novela, y un gore más acendrado, en claro homenaje a Evil Dead, desde ahí hasta la conclusión, creando dos partes muy diferenciadas, pero cuyo corte brutal Tony ha sabido encajar a la perfección. Es "ya" un escritor de raza. Nos ha traído algo que no es nuevo - las argucias de King o las horrendas descripciones de la saga de Evil Dead, no son algo de ahora -, pero les ha sacado brillo, les ha conferido vida, unos latidos que, como bien repiten en la obra, nos harán regresar de nuevo a Shelter Mountain. Ojalá.

Es una novela que todo amante del cine de terror y seguidor de nuestro querido género literario, debería tener y "retener" en casa como un poseso.

Genial, gozoso, talentoso, brioso, espeluznante, maduro, valiente, arriesgado y de un atrevimiento suicida que desemboca en una estructura narrativa que plantea un pulso al lector en el que éste no puede sino rendirse con una sonrisa en el rostro. Ese es Tony.

Su historia muerde. Es como esos perros de rehala que agotan a la pieza y, sin misericordia y sin amedrentarse ante la diferencia de tamaños, aferran sus hirientes mandíbulas a la palpitante piel de su víctima. A mí ya me ha mordido.

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