A través de la historia se han construido muchos mitos que tienen su origen en el sur de Chile, uno de ellos, y quizás el más aterrador, es el del Caleuche. Un barco fantasma que recorre el mar en busca de marineros errantes, a quienes arrastra a una especie de inframundo donde cohabitan con otros desdichados, pero también con quienes ofrecen su alma a cambio de algún favor.
Hace muchos años había una mujer que no podía traer al mundo a un hijo que naciera vivo… ese es el comienzo de esta historia, revestida de misterio y encantamiento.
Isabel, una joven bióloga que trabaja en EEUU, sufre los embates de una extraña enfermedad congénita, que a su vez se relaciona con las últimas palabras de su padre, quien le pidiera regresar a Chiloé, una indómita isla en el sur de Chile, lugar al que siempre debió pertenecer. Al llegar se encuentra con los isleños, hombres tímidos, de pocas palabras, que evaden dar respuestas a la joven, no obstante, el destino tiene preparadas a las personas que la guiarán en esta travesía.
Si bien el mito no dice mucho, se transforma en el argumento perfecto para crear una trama mágica, llena de recursos sobrenaturales de los que abundan esa zona y que generan en el espectador admiración por el resultado final, a pesar de los efectos especiales; recientes por estos lados y por ende no muy impresionantes.
Pero sin duda, lo más sobresaliente, son algunas interpretaciones que se lograron con maestría. Como la de la reconocida actriz Catalina Saavedra, que una vez más hace gala de sus dotes histriónicos.
Esta producción, sin duda, es un paso más en la carrera de este prometedor cineasta, a quien no le bastan los argumentos trillados y siempre va un paso más en la búsqueda de la diversidad y la fantasía.
Sin duda, el Caleuche ha vuelto a emerger de sus frías aguas, para revivir uno de los más sabrosos mitos de las tradiciones chilenas.

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