Aunque estoy aquí esencialmente por el cine con elementos fantásticos, me pirran este tipo de películas de enmascarados mexicanos (en realidad, todo lo que contenga mamporros, tiros a mansalva y/o artes marciales me pierde), por lo que las puntúo con un criterio distinto a las otras: las pelis de enmascarados distan mucho de ser obras maestras, pero dentro de su género, las hay “buenas” y las hay terribles. Así pues, las valoraré bajo este punto de vista.

Antes de que Santo, el Enmascarado de Plata (Rodolfo Guzmán Huerta) debutara en el cine, el subgénero de luchadores enmascarados que luchan contra el mal ya existía. Y he aquí la primera de ellas que trató de alguna manera con el terror: el debut de Sombra Vengadora, interpretado por el vallisoletano Fernando Osés – que había emigrado a México buscando trabajo tras fracasar en sus estudios de Medicina y, empezando de luchador (fue durante un tiempo el legendario Huracán Ramírez), acabó como cineasta y hombre de confianza del Santo – en el cine y representado por Rogelio de la Paz en el ring (muy pocas veces: como dicen aquí, Sombra es un personaje cinematográfico que hacía apariciones esporádicas como las harían los Power Rangers, para entendernos).

De las interpretaciones no se puede esperar gran cosa en este subgénero, pero el cómico Pedro de Aguillón (la voz del gato Silvestre de cuando los Looney Tunes nos llegaban doblados de México; desde finales de los 80 se emiten doblados por un estudio de Barcelona) hace un papel a lo Lou Costello como poli gracioso llamado Eduardo que tiene sus momentos (y además repite papel en la secuela).

Respecto a Sombra/Osés, el traje de lucha es una pasada, y sus movimientos en las peleas son limitados y poco gráciles pero rápidos, ortodoxos y contundentes. Su voz está doblada por un actor de agradable voz, como solía ser habitual en la época (el actor que doblaba la voz del Santo es el mejor ejemplo. ¡Qué voz! Lo que ligaría yo si la tuviera…).

Los FX son sencillos (y no referiré el maquillaje: spoilers, sabusté?), tan solo la transparencia de los ojos de un felino para avisar de la presencia de la Mano Negra, pero confieso que aparecen muy de pronto y dan algún sobresalto.

El misterio sobre la identidad de Sombra, y de Mano Negra se lleva correctamente, sin más. Una migajita de intriga entre hostia y hostia y trampas y entradas secretas conviene a veces, aunque sea cutre. La fotografía y el montaje me chirrían un poco; estoy demasiado acostumbrado a las escenas de acción made in Hong Kong, y ya se sabe, cuando te dan caviar… Ahora bien, el ritmo es aceleradísimo, le mantiene a uno entretenido aunque las escenas sean puros clichés; la música es la típica de las pelis de terror mexicanas: pesada, tristona y oscura.

La película tiene un guión lleno de agujeros e interpretaciones bastante exageradas, pero no debe ser tomada en serio, y su ritmo y acción la hacen un producto muy entretenido con sabor a serial añejo.

Me gusta (0) Reportar