[Esta crítica está adaptada al subgénero de luchadores y por tanto la valoración de circunscribe al subgénero, no al cine en general]

Se cierra la saga de Neutrón con el héroe enfrentándose a una banda internacional de karatekas asesinos. Que para los que hemos prácticado karate, qué queréis, casi es una invitación a animar a los malosos.

Wolf Rubinskis es acompañado esta vez de dos actores importantes del cine mexicano: el Drácula asturiano Germán Robles y Carlos Pérez Moctezuma, que yo creo que en México debe ser el típico actor que “sale en todas” y es por ello toda una leyenda. Personalmente, destaco la presencia no acreditada de Xavier Massé, miembro del popular grupo teatral catalán Dagoll Dagom que empezó su carrera en México, donde su familia estaba exiliada por la Guerra Civil española, de Gerardo “Chiquilín” Zepeda, destacado luchador bajo el nombre de “El Romano” y presencia constante en las pelis del Santo, y de Fernando Osés, otro exiliado de la Guerra Civil y otro asíduo a las pelis de Santo que no solo fue cineasta, sino uno de los padres de la lucha libre mexicana moderna con sus movimientos gráciles y bastante atractivos visualmente para el aficionado.

Vamos a ver. Como antes he dicho, practiqué karate durante un par de años. Así pues, quiero avisar a los fans del cine de artes marciales que el llamado “karate” que practican los malos y al que Neutrón es aficionado como dice al principio es darse de mamporros con el canto de la mano en lugar de con los puños. Sin embargo, esta película cumple correctamente el requisito esencial para ser una buena película de luchadores: acción sin preocuparse de nada más, y con Neutrón llevando un cabreo tremendo y liándose a leches a la mínima.

Digno, sin más, cierre a las andanzas del enmascarado negro.

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