Una de piratas. Con elementos fantásticos. De la Toho. Con Toshiro Mifune, Takashi Shimura y las futuras chicas Bond Mie Hama y Akiko Wakawayashi, entre otros conocidos de los fans del cine asiático.
Mifune es aquí un estupendo protagonista de cine familiar como Naya “Ruzon” Sukezaemon, un benevolente terrateniente rico que aprovecha su ejecución por parte de daimios corruptos para fugarse y dedicarse a una vida de aventuras en el mar. Pena que un terrible corsario, el Pirata Negro (Makoto Sato, villano por excelencia en la Toho), al servicio del corrupto Canciller de un país desconocido, le asalta el barquichuelo y se carga a la tripulación. Una serie de eventos llevan a Ruzon a enfrentarse al Canciller. Entre medio, un mago viejo y verde (el cómico Ishiro Arishima, que roba varias escenas), bandoleros mandados por una mujer (la bellísima y simpática Kumi Mizuno muy querida en Japón) y mucha acción.
Porque esto es lo que es esta película: acción y aventura puras con un argumento flojo, inconexo y manido pero bien llevado a la pantalla. No engañan a nadie Takeshi Kimura y Shinichi Sekizawa, padres de los divertidos kaiju eiga que fue sacando la Toho desde “King Kong contra Godzilla”: no están aquí para traernos una obra maestra, sino para entretenernos un rato sin pensar mucho.
En un equipo técnico que combina habituales de los kaiju eiga de la casa con el equipo de Akira Kurosawa, destaca especialmente la música de Masaru Sato, que al igual que en Yojimbo hace notar se nuevo la influencia de su admirado Henry Mancini incorporando elementos jazz a su partitura sinfónica. Los FX son del mago Eiji Tsuburaya, y como siempre son pura artesanía de serie B, si bien no quedan tan majos como los de sus kaiju eiga. Añadir que aquí tenemos unas primitivas pero vistosas para su tiempo escenas de artes marciales con armas.
Una película de aventuras de esas de toda la vida, hechas solo para entretener y evadir. Y en ello es muy buena.
bigladiesman
7
Una de piratas. Con elementos fantásticos. De la Toho. Con Toshiro Mifune, Takashi Shimura y las futuras chicas Bond Mie Hama y Akiko Wakawayashi, entre otros conocidos de los fans del cine asiático.
Mifune es aquí un estupendo protagonista de cine familiar como Naya “Ruzon” Sukezaemon, un benevolente terrateniente rico que aprovecha su ejecución por parte de daimios corruptos para fugarse y dedicarse a una vida de aventuras en el mar. Pena que un terrible corsario, el Pirata Negro (Makoto Sato, villano por excelencia en la Toho), al servicio del corrupto Canciller de un país desconocido, le asalta el barquichuelo y se carga a la tripulación. Una serie de eventos llevan a Ruzon a enfrentarse al Canciller. Entre medio, un mago viejo y verde (el cómico Ishiro Arishima, que roba varias escenas), bandoleros mandados por una mujer (la bellísima y simpática Kumi Mizuno muy querida en Japón) y mucha acción.
Porque esto es lo que es esta película: acción y aventura puras con un argumento flojo, inconexo y manido pero bien llevado a la pantalla. No engañan a nadie Takeshi Kimura y Shinichi Sekizawa, padres de los divertidos kaiju eiga que fue sacando la Toho desde “King Kong contra Godzilla”: no están aquí para traernos una obra maestra, sino para entretenernos un rato sin pensar mucho.
En un equipo técnico que combina habituales de los kaiju eiga de la casa con el equipo de Akira Kurosawa, destaca especialmente la música de Masaru Sato, que al igual que en Yojimbo hace notar se nuevo la influencia de su admirado Henry Mancini incorporando elementos jazz a su partitura sinfónica. Los FX son del mago Eiji Tsuburaya, y como siempre son pura artesanía de serie B, si bien no quedan tan majos como los de sus kaiju eiga. Añadir que aquí tenemos unas primitivas pero vistosas para su tiempo escenas de artes marciales con armas.
Una película de aventuras de esas de toda la vida, hechas solo para entretener y evadir. Y en ello es muy buena.
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