Todos sabemos que, motivados por su preocupante carencia de ideas originales, los Productores de cine actuales se han lanzado a escarbar en los filmes clásicos de terror de serie B de los 70s y 80s, incluso en el catalogo de la mismísima Troma, en busca de material para rodar remakes.
Así, en 2010 se estrenó este film canadiense, dirigido por Darren Lynn Bousman, (responsable de filmes tan reseñables como Repo, the genetic opera y las Saw II, III y IV,) que reactualiza el sangriento film de serie B de los 80s, donde una madre sicópata dirigía a sus propios hijos en una banda de ladrones, violadores y asesinos.
Este remake le saca el jugo a la historia original y tiene un potente as bajo la manga. Ese as es nada más y nada menos que nuestra querida Rebecca de Mornay, que está estupenda en el papel de la siniestra y desquiciada Madre. De Mornay hace subir varios puntos al film con su madura experiencia, su diabólico carisma y su talento como actriz y es un placer volver a verla en un papel de malvada.
La historia además se enriquece con una compleja red de mentiras, traiciones y secretos entre los personajes secuestrados en la casa. Sinceramente todos tienen secretos turbios y nadie es tan inocente como aparenta. Ni siquiera la aparentemente angelical Beth (interpretada por una competente Jamie King) está libre de culpas.
El film además tiene varias potentes y crueles escenas de sangre y violencia, incluso gore, una estética heredera del grindhouse clásico y nos muestra una perturbadora relación entre la Madre y sus sicópatas hijos, basada en la manipulación que ésta realiza en nombre de un enfermizo “amor filial”. Y ahí pesa y se demuestra el talento de Rebeca de Mornay, convertida en un maligno personaje que aplica crueles castigos, juegos perversos, humillaciones y decide quién debe vivir o morir.
No estamos pues, ante la típica película de horror light dirigida al consumo adolescente, por el contrario, es más que un simple remake, busca su propio rumbo y lo logra totalmente, alejándose de la tentación de ser una mera copia de la obra clásica de Lloyd Kaufman.
Miguel Arkangel
7
Todos sabemos que, motivados por su preocupante carencia de ideas originales, los Productores de cine actuales se han lanzado a escarbar en los filmes clásicos de terror de serie B de los 70s y 80s, incluso en el catalogo de la mismísima Troma, en busca de material para rodar remakes.
Así, en 2010 se estrenó este film canadiense, dirigido por Darren Lynn Bousman, (responsable de filmes tan reseñables como Repo, the genetic opera y las Saw II, III y IV,) que reactualiza el sangriento film de serie B de los 80s, donde una madre sicópata dirigía a sus propios hijos en una banda de ladrones, violadores y asesinos.
Este remake le saca el jugo a la historia original y tiene un potente as bajo la manga. Ese as es nada más y nada menos que nuestra querida Rebecca de Mornay, que está estupenda en el papel de la siniestra y desquiciada Madre. De Mornay hace subir varios puntos al film con su madura experiencia, su diabólico carisma y su talento como actriz y es un placer volver a verla en un papel de malvada.
La historia además se enriquece con una compleja red de mentiras, traiciones y secretos entre los personajes secuestrados en la casa. Sinceramente todos tienen secretos turbios y nadie es tan inocente como aparenta. Ni siquiera la aparentemente angelical Beth (interpretada por una competente Jamie King) está libre de culpas.
El film además tiene varias potentes y crueles escenas de sangre y violencia, incluso gore, una estética heredera del grindhouse clásico y nos muestra una perturbadora relación entre la Madre y sus sicópatas hijos, basada en la manipulación que ésta realiza en nombre de un enfermizo “amor filial”. Y ahí pesa y se demuestra el talento de Rebeca de Mornay, convertida en un maligno personaje que aplica crueles castigos, juegos perversos, humillaciones y decide quién debe vivir o morir.
No estamos pues, ante la típica película de horror light dirigida al consumo adolescente, por el contrario, es más que un simple remake, busca su propio rumbo y lo logra totalmente, alejándose de la tentación de ser una mera copia de la obra clásica de Lloyd Kaufman.
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